Año CXXXV
 Nº 49.602
Rosario,
domingo  15 de
septiembre de 2002
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El actor refleja en la obra "El niño muerto" su agonía en un hospital y posterior recuperación
Fernando Peña: "Me siento un tipo sensible hasta las lágrimas"
Aseguró que la intención de sus trabajos no es provocar sino mostrar alternativas

Rodolfo Bella / Escenario

Fernando Peña es una presencia regular en los medios de comunicación y frecuentemente sus declaraciones terminan sacudiendo el polvo de la corrección. Sin embargo el actor aseguró a Escenario que lo suyo no es la provocación: "No me gusta hacer marketing de Peña. Si se quedan con la edición televisiva, que así sea. Pero me da pena que no puedan ver más allá". Actualmente reparte su tiempo entre la radio, en el programa "Cucuruchos en la frente", por Rock and Pop, y el teatro, con "El niño muerto", una obra que engendró durante las noches en las que un cáncer lo enfrentó con la muerte.
-¿Cómo surge la idea de "El niño muerto"?
-Se me ocurrió mientras moría. Morirme resultó una experiencia muy distinta de lo que pensaba. La viví muy de cerca y fue hasta esperanzadora, dulce y llena de paz. También había mucho sufrimiento, pero para mi el sufrimiento es necesario. Creo que sufriría si no sufriera. Eso también me gustó. Quise mostrar eso que me había pasado en terapia intensiva y pensé que esto tenía que contarlo porque es maravilloso y no puedo ser tan egoísta y no comunicar esto.
-¿Cuál es el límite para hablar de esos temas?
-Ninguno. No creo en los límites. No lo digo desde el punto de vista del libertinaje ni la rebeldía. Creo que los límites, como las ideas, se equilibran solos. Cuanto más pasás los límites, menos agresivo se hace. Creo que las cosas limitadas o reprimidas son las que resultan agresivas. Yo descubrí que cuando uno no se reprime es cuando salen las cosas más llenas de amor.
-¿Te complace dar una versión a contrapelo sobre la muerte?
-Creo que la civilización tiene información equivocada de todo. Tal vez suene un poco pedante o soberbio. Tampoco es que nací soberbio y quiero borrar todo lo que está aprendido, pero después de mucho pensarlo creo que tenemos todo mal aprendido. Por ejemplo, la civilización cristiana empieza con la negación del cuerpo. La ropa está hecha para lucirse y para protegerse, pero no para tapar ninguna vergüenza. La muerte es una de esas cosas. Es igual que la vida: una mierda maravillosa.
-¿Buscás deliberadamente los enfrentamientos?
-No me gustaría entrar en rebelión. Detesto los enfrentamientos. Es sólo mostrar otra opción y que en cierta forma la gente está un poco dormida porque no tiene tiempo para despertarse. Quizás yo tengo más tiempo para pensar en estas cosas y se las quiero mostrar para que piensen en, al menos, jugar a decodificar las cosas. Por ejemplo el sexo me parece el acto más primitivo y salvaje del mundo y lo aprendimos al revés. Para nosotros es algo maravilloso, pero es animal, horrible y denigrante. Lo disfruto, pero es un acto horrible.
-¿Te sentís un provocador?
-No me siento así, pero me hacen sentir eso. Yo me siento tan humano como todos. Me parece que soy mucho más humano que mucha gente y por eso parezco un peleador.
-¿Qué precio pagás?
-Alguna consecuencia puede no ser feliz, y algún costo, que algún boludo no te entienda y te tire un piedrazo (risas).
-¿Te agreden por estas cosas?
-Me agreden muchísimo con la mirada. La gente es muy cobarde y no se anima a gritarle a Peña "puto de mierda". Estamos en un país de cobardes y por eso los políticos nos hacen lo que nos hacen. Nunca me agredieron verbalmente, pero los ojos pueden más que cualquier puteada.
-¿Pero es una agresión a lo que decís y hacés, o directamente a tu elección sexual?
-Creo que no me entienden mucho. Si pudiera decir anónimamente cómo es Peña, la mayoría diría rebelde, auténtico, provocador, transgresor, pero yo me siento muy pacífico, muy tierno, y una persona sensible hasta las lágrimas. Pero nadie conoce esa veta. Todo el mundo me conoce porque me llaman para picarme y preguntarme porqué mostré mi pito o porqué pienso que Duhalde se la coge poco a Chiche, pero yo no soy esa persona. La gente entiende mal y no tiene tiempo para pensar, así se quedan con la primera imagen. Así es como sale que soy agresivo, pero soy una persona muy tranquila.
-Tal vez se trata de que privilegiás una imagen sobre otra.
-No, porque no me gusta hacer marketing de Peña. Si se quedan con la edición televisiva, que así sea. Me da pena que no puedan ver más allá.
-¿Pensaste en el impacto cuando te bajaste el pantalón en "Indomables"?
-En ese momento nadie me estaba escuchando. Sabía, porque no soy boludo, que iba a causar un impacto, pero mostrar para mí no es mala palabra. Lo curioso fue que lo trataron como si hubiera sacado un revólver y hubiera matado a alguien. Lo único que hice fue sacar mi pito, que todo el mundo sabe que existe. Pero volvemos a que eso es horrible, porque tenemos todo mal aprendido. Pero como también lo sé, sabía que eso iba a causar un impacto.
-Además sumás algunos problemas con el Comfer...
-Si... Me quieren sacar del aire. Son muchos problemas. Es político, obviamente, pero no pasa por las supuestas groserías. Lo que les jode es que sea un tipo que me doy cuenta que estamos gobernados por ladrones, mafiosos y narcos. Si yo dijera "Duhalde es el mejor presidente del pija, culo, teta", sigo en la radio toda la vida.
-¿Cómo lo resolvés laboralmente?
-Resistiendo. En este momento hay muchísimos problemas en la radio porque ya me pidieron que me fuera y no me voy... Que me echen, pero si lo hacen voy a los medios. Detesto la falsa modestia y la modestia auténtica también. Yo soy un tipo inteligente y sé que soy importante en los medios. Si Peña desaparece de los medios mañana, siempre habrá alguien que me pregunte por qué, y yo cuento todo: me fui porque el gobierno presionó, la radio arrugó y me echaron. Y se arma un quilombo... porque eso es censura. Censura de la peor, casi militar.
-¿Cómo resolvés vivir en la cornisa?
-Para mí es al revés. Vivir en la cornisa sería ocultar y llevar solo esa cruz. Contar todo para mí es salir de la cornisa. Es mi forma de vivir desde hace muchos años. Cuando tenía 6 ó 7 años, le dije a mi mamá que me gustaban los varones. Soy partidario de la comunicación y de la sinceridad. ¿Por qué esconder si es mucho más fácil decir la verdad?
-¿Trabajarías en televisión?
-Sí, pero no es el medio que más me gusta. No voy a venir con el discurso progre de "la caja boba" o "la tevé chatarra". Adoro verla. Me parece que la televisión es excelente. Es la caja más inteligente que nadie haya inventado.
-¿Pensás que por tener un espacio para la palabra podrías ser un vocero?
-Me gustaría que me den una oportunidad y que me escuchen las palabras reales que digo, que traten de escucharme. No pretendo que me tomen como referente, pero sí que me den una oportunidad y que piensen sobre lo que digo. Yo soy muy irresponsable y sería una responsabilidad tremenda ser referente.
-¿Qué quisieras decir concretamente?
-Que hay que buscar otras opciones. No quedarse con lo mal aprendido, o las etiquetas y frases fundamentalistas, como "Dios existe", o "Perón fue un hijo de puta", "Guevara era una gran persona", "Sarmiento nunca faltó al colegio" o "los gay son inteligentes y sensibles", fórmulas que creo que limitan. Son todas una mentira. Que la gente trate de sacarse un poco el pensamiento Mc Donald. Son actitudes infantiles y el mundo es muy variado con cosas que no vamos a descubrir jamás si nos quedamos con las etiquetas.
-¿Es una actitud también viable para enfocar la crisis?
-La crisis económica y social siempre estuvo. El argentino es llorón y quejoso. Nunca va estar conforme. Cuando Menem estaba en el poder, un momento en el que todos teníamos tres batidoras y cinco autos, nos quejábamos igual. El argentino es quejoso. Hoy hay más miseria que en la época de Menem, pero un pueblo menos quejoso y más adulto no se quejaría tanto. Me parece que le gusta sufrir y creo que la crisis nos convino para derramar lágrimas. Es verdad que estamos mal porque nos robaron a todos, pero la crisis también sirve para que el vago sea más vago.
-Eso no impide que los índices de desocupación sean reales
-Por supuesto, pero si la gente está perdida es porque estuvo perdida siempre. Creo que la pérdida del rumbo en una persona viene mucho antes de una crisis. Si perdés el rumbo porque no tenés trabajo o no sabés cómo darle de comer a tus hijos es porque el rumbo lo perdiste antes. No hubieras tenido hijos. Sé que en esto nadie está de acuerdo conmigo, pero si no tenés trabajo, es porque no sos talentoso y si no sos talentoso, tendrías que haberte dado cuenta y no tener cinco hijos; además cada vez hay menos trabajo. El mundo muta, cada día hay más gente y el desempleo es algo lógico, no es que es una crisis y va a pasar.
-Entonces no hay solución posible.
-Esto es un final esperado. Iba a pasar, no solo en Argentina, sino en el mundo. Es una crisis mundial. El que no esté listo y el que se amargue por los saqueos o por el secuestro exprés, que es otra pelotudez argentina, está muerto. La entereza viene antes que todas estas cosas. Mucha gente está deprimida porque no tiene alma. Podrás pensar que estoy loco y que no sé lo que es ver morir a tu hijo de hambre, pero si sos entero y si sos una persona ocurrente y que sabe lo que quiere, te llevás a tu familia en una carreta, si es necesario hasta Africa o donde sea, hacés de mago, sembrás, pero no te quedás en tu casa. En ese sentido creo que el 90 por ciento de la gente es inactiva a nivel intelectual.
-¿Decís eso porque mirás desde la vereda de enfrente?
-No. Fui pobre, me afecta la crisis, pero no digo esto porque tengo comida y estoy calentito en mi casa. Lo que digo es que es una crisis anterior, porque hay mucha gente que no está preparada para vivir, para nacer. Vivir es difícil, pero hay gente que no se da cuenta de eso; piensan que todo es gratis, que nacieron y les dijeron que todo sería maravilloso. Eso también es información mal aprendida. La gente viene como si la vida fuera una plaza con juegos y la vida no es eso.



Para Peña, la crisis es sólo una excusa para quejarse. (Foto: Julio Menajovsky)
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