Laura Vilche / La Capital
Cuenta que todo empezó hace siete años. "Estábamos reunidos con mi mujer y tres amigos y nos dijimos: «Si tenemos trabajo y familia en medio de un país en crisis no necesitamos mucho más para ayudar a la comunidad». Sentíamos que lo nuestro era un deber moral". Así cuenta Juan Carr, un veterinario de 40 años que vive en la provincia de Buenos Aires, cómo se formó la Red Solidaria: una ONG nacional que hoy trabaja con más de 300 entidades de todo el país y que a esos cinco primeros miembros iniciales ya sumó más de 2.300. Entre otras acciones, la Red dona útiles a las escuelas, consigue alimentos para los comedores, recauda dinero para operaciones y trasplantes y establece contactos para encontrar a chicos perdidos. Anteayer, invitado por el colegio Los Arroyos, Carr disertó en un panel sobre "Cómo crear una cultura solidaria". Un objetivo "revolucionario" con el que está convencido que se puede cambiar la realidad de los 18 millones de pobres que actualmente viven en la Argentina. "Un país -dice- donde hasta los más insensibles se volvieron solidarios". -¿Usted cree que la gente se vuelve solidaria recién cuando le llega el agua al cuello? -Puede ser, pero hay muchos que lo son antes que eso ocurra. Mi caso es el que tengo más a mano para contar. Yo tenía trabajo, además de ejercer en mi profesión -soy docente de Biología en un colegio secundario- tengo cinco hijos, las cosas no iban mal pero para mí, ayudar a los otros, a los que sufren, es un deber. Así lo sentí siempre y lo vivo con alegría y pasión. ¿Sabés qué me pasa? Sé que en Buenos Aires hay 2 mil personas que duermen en la calle, y que en Rosario son más de 400. Cuando veo a alguno de ellos no puedo dejar de pensar que pudieron ser quienes pagaron mis estudios universitarios con sus impuestos. Por eso para mí solidaridad es devolver. Claro que esto que siento no quita que en muchos momentos sea un ser frívolo y tenga egoísmos como todo el mundo. -¿Usted es creyente? -Soy católico, pero pecador. Cuando creés en Dios te das cuenta de tus imperfecciones, por eso yo no estoy en condiciones de darle sermones a nadie en cuanto a solidaridad, sólo basta estar cerca del dolor para sentir esto como necesario. -¿La Red Solidaria tiene base católica? -No, es laica. Muy laica. -¿Qué significa "muy" laica? -Que trabajamos en red con escuelas y universidades públicas y privadas, con los Clubes de Leones y el Rotary, con Cáritas, la comunidad judía y la anglicana, con los scouts y todos los organismos espontáneos que aparecen por estos días y que son muchos. Si alguien se comunica con nosotros telefónicamente (en Rosario, 4302667) o por mail ([email protected]) porque a un enfermo de sida le falta medicación o un discapacitado necesita una silla de ruedas, allí estamos, conectando a cada caso con la institución y trabajamos con ellos. -¿Se puede trabajar con entidades tan distintas entre sí? -Sí. Lo primero que tenemos en cuenta es que hoy, de cada dos argentinos uno tiene una vida miserable. O sea, estar cerca del dolor obliga a reaccionar rápidamente y a debatir muy poco. Es cierto que a veces uno junta a estas entidades por más de tres minutos y se generan conflictos, pero si aparece una madre diciendo que no encuentra a su hijo, no se encuentra un órgano para un paciente que está muy grave o una maestra plantea que sus chicos no tienen zapatillas, es momento de decir: "Macho, no discutamos más y hagamos algo". -¿Por qué dice que la Red no apela a la caridad ni a la beneficencia, sino a la justicia? -Porque tanto la caridad como la beneficencia tienen sus aspectos positivos pero para mí sólo con una conducta solidaria se consigue justicia. -¿Cuáles son las diferencias? -La caridad es una virtud teologal, una concepción de un cristiano que entiende que no puede amar a Dios si primero no ama a su hermano. La beneficencia también es importante; de hecho, cumplió un rol fundamental desde tiempos de Rivadavia, cuando se creó la Sociedad de Beneficencia, pero tiene dos niveles: el que da y piensa que pobres siempre hubo y existirán, y el que recibe. Los que dan cumplen con un deber moral pero pareciera que no tienen mucho interés en que el pobre deje ese lugar y menos que se mezcle entre ellos. En cambio, cuando conseguimos que un abuelo reciba su prótesis uno recibe aplausos y premios, pero en realidad sólo se hace justicia. Se alcanza ese fin tal vez utópico de que cada uno tenga lo que le corresponde. -¿Hay que esperar que el Estado cumpla su función antes de involucrarse en una acción solidaria? -Si ahora nos interrumpieran dos chicos para decirnos que no comen hace dos días, ¿qué deberíamos hacer? ¿esperar que el Estado se ocupe del hambre de los niños? No hay que dejar de ver que alguien no cumplió su función, pero hay que reaccionar inmediatamente. -¿El Estado se aprovecha de la solidaridad de la gente? -Posiblemente, la dirigencia está en otra cosa. -¿Qué actos solidarios lo sorprendieron en los últimos tiempos? -Muchos. Los de la gente que junta dinero en sus oficinas para otros, de adinerados que organizan colectas o dan de comer, los de la gente que separa los restos de comida antes de tirarlos a la basura para que el que los recoge no se corte o intoxique; algo que genera polémica pero que no dejo de ver como un acto solidario en el marco de la miseria. Es que en la Argentina de hoy conviven la tragedia y una explosión de solidaridad. Y aunque parezca curioso, también es para resaltar la acción solidaria del mundo económico, el de las empresas. Antes era muy común escuchar la frase "estos tipos no quieren laburar, por eso hacen paros", y ahora entienden sin vueltas que hay pobreza y que la realidad no es un problema de vagos y atorrantes. Y podría asegurar que no lo hacen por marketing, porque las empresas no tienen siquiera margen económico para eso. Se tiene más conciencia de que el prójimo es el gerente de la multinacional que se va a quedar sin laburo mañana y el que durmió anoche en la calle. Prójimos somos todos y a todos nos afecta la crisis. -Una situación bien democrática... -Si hay un consuelo frente a este mal momento es ese. Los argentinos somos muy solidarios y estamos en un momento de emoción, ahora hay que lograr que eso se transforme en compromiso. Y se está logrando: en los últimos cinco años, un 25 por ciento de argentinos mayores de edad ayudaron a la comunidad y hace dos meses comprobamos que ese porcentaje trepó a un 32 por ciento. Basta tenderle una mano al de al lado para estar entre estas cifras. Porque a veces nos proponemos ayudar a alguien que vive a miles de kilómetros pero no reparamos en que hace semanas que no visitamos a nuestros abuelos o que faltó un compañero de trabajo por enfermedad y nadie lo llamó para preguntarle siquiera cómo estaba. Como se ve, no es necesario ser la madre Teresa ni un héroe para ser solidario.
| Carr: "Somos todos prójimos y a todos afecta la crisis". (Foto: Alfredo Celoria) | | Ampliar Foto | | |
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