Año CXXXV
 Nº 49.598
Rosario,
miércoles  11 de
septiembre de 2002
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11S: Nueva York resucitó, pero vive en el temor

Nueva York. - Nueva York ha resucitado, tal como había vaticinado el entonces alcalde Rudolph Giuliani a raíz de la catástrofe del 11 de septiembre, y luce más hermosa que la vieja Nueva York, aunque también más seria. Desgraciadamente, esa nueva realidad neoyorquina sólo existe hasta el momento en el teatro.
En "Brave New World", el maratón teatral que se presenta desde el 9 de septiembre, los neoyorquinos están llenos de confianza. Las víctimas no han sido olvidadas, pero los ojos están puestos en el futuro. Lástima que esta visión escénica optimista y no exenta de humor, con cincuenta canciones y piezas nuevas y decenas de estrellas de Broadway, sólo durará tres días.
En la noche de hoy, primer aniversario de los atentados terroristas, los decorados serán desmontados y la vida de todos los días asumirá nuevamente la dirección escénica de la ciudad. Esa vida no es exclusivamente gris, ni mucho menos, pero mucho menos color de rosa que la visión que Giuliani -"Rudy the Rock"- trataba de transmitir a los neoyorquinos después del desastre: "La ciudad más grandiosa del mundo saldrá de la catástrofe más fuerte que nunca, en lo emocional, lo político y lo económico".
Económicamente, hace muchos años que Nueva York no ha estado tan mal como ahora. El déficit presupuestario de la metrópoli de ocho millones de habitantes ha aumentado a más de 5.000 millones de dólares, también como consecuencia directa de la destrucción del World Trade Center. Esta golpeó a la ciudad cuando el barómetro en Wall Street ya estaba indicando una inminente recesión. Se perdieron más de 150.000 empleos; varias empresas se trasladaron a otros lugares; el turismo sufrió graves pérdidas, y la recaudación fiscal de la ciudad disminuyó drásticamente.
El alcalde Michael Bloomberg, sucesor de Giuliani, presenta a cada rato nuevas ideas para poder seguir pagando los servicios municipales. Al impuesto sobre el tabaco lo ha subido de forma tan drástica que actualmente un paquete de cigarros cuesta siete dólares; abolió el sistema de reciclaje para sustancias usadas; los maestros y los policías amenazan con ir a la huelga, porque no han recibido aumentos de salario; las 1.200 cocinas populares y las decenas de albergues para los sin techo, que se ven obligadas a atender a muchas más personas necesitadas que hace un año, dependen más que nunca de los donativos privados.
Políticamente, hay que reconocer que la importancia de Nueva York ha crecido. Sobre todo en lo que se refiere a su simbolismo político. Los estadounidenses viven en pie de guerra con el terrorismo internacional, que la mayoría de ellos asocia con las horrendas imágenes del derrumbe del World Trade Center. La "zona cero" se ha convertido en lugar de peregrinación para patriotas provenientes de los cincuenta Estados norteamericanos.
Todos los días, miles de personas desfilan junto al lugar, ya libre de escombros, donde en el pasado se hallaban los cimientos de las Torres Gemelas. "Los turistas pronto vuelven a estar en casa, pero nosotros tenemos que vivir con el cielo de Nueva York; cuando el cielo está despejado y azul, pienso: exactamente como en la mañana del 11 de septiembre", dice Stefana Rosen, estudiante de música de East Village.
Mientras tanto, casi todos los días ocurre algo que recuerda a los neoyorquinos el hecho de que las heridas emocionales que sufrió la orgullosa "capital del mundo" cicatrizan con dificultad. Cuando en alguna parte de la ciudad explota una estufa de gas y se oyen las sirenas de los bomberos, la gente se pregunta atemorizada: "¿Otra vez? ¿Ahora, dónde?". "Es absurdo: estás viendo el Chrysler Building -el segundo rascacielos más conocido de la ciudad, luego del Empire State- y te llega a la mente Irak, y piensas: ¿cuándo va a atacar Bush y cómo va a reaccionar Al Qaeda?", comenta Lenny Winmark, empleado de un banco en Midtown Manhattan.
El miedo latente a nuevos atentados terroristas está ampliamente extendido. En un sondeo realizado recientemente por el canal CBS, el 41% de los neoyorquinos encuestados confesó que evitan estar cerca de edificios altos emblemáticos; el 60% opinó que el peligro de nuevos ataques terroristas es en su ciudad más grande que en ninguna otra parte. (DPA)


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