Año CXXXV
 Nº 49.598
Rosario,
miércoles  11 de
septiembre de 2002
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Análisis: Una reforma escondida bajo la alfombra

Mauricio Maronna / La Capital

La Legislatura santafesina sigue empeñada en hacer oídos sordos al reclamo mayoritario de la sociedad para reducir los costos de la política. La publicación, el domingo pasado, de una nota que hacía eje en las dilaciones de la Cámara de Senadores para aprobar la primera parte de una reforma significativa que, por ejemplo, reduce a la mitad la composición del Concejo Municipal rosarino, produjo entre los legisladores respuestas previsibles y hasta hipócritas que ahondan aún más la brecha entre representantes y representados.
La Capital recordó que en la Cámara alta duerme desde hace más de 60 días el proyecto enviado por el Ejecutivo que reduce a la mitad la composición de los concejos municipales de Rosario y Santa Fe, baja al 2% las partidas presupuestarias destinadas a los órganos deliberativos, establece la obligatoriedad de publicar la nómina de empleados municipales y de antecedentes personales y patrimoniales de quienes ocupan cargos políticos.
Lejos de hacer autocrítica, los legisladores opositores consultados el lunes repartieron culpas hacia el bloque justicialista mientras que los oficialistas, pese a negar que hayan "cajoneado" la iniciativa, pusieron la pelota "en la ronda de consultas abierta con concejales".
Sin embargo, y en estricto off, no fueron pocos los senadores peronistas que supeditaron la conversión en ley del proyecto a la decisión del gobernador Carlos Reutemann. "El es el jefe. Si baja la orden de aprobarlo se terminó la discusión", admitió sin ambages uno de los legisladores.
La interpretación no deja de ser real: la Legislatura santafesina parece ser, apenas, una caja de resonancia de la voluntad del gobernador. Y cuando éste ingresa en estado de letargo, diputados y senadores parecen dormir una siesta interminable. La mayoría absoluta que tiene el justicialismo en la Cámara alta parece darle la razón al diputado del PDP Carlos Favario: "Es evidente que no hay ningún ánimo en el oficialismo para sacar éste y otros proyectos de reforma política, porque cuando (el PJ) tiene apuro los saca sobre tablas". Pero Favario votó en contra de la reducción de concejales, amparándose en argumentos de ocasión.
En el senado, el radical Alberto Beccani, trasladó la posibilidad de modificar el número de ediles a la existencia de autonomías municipales, una cuestión que debería pasar previamente por el tamiz de una reforma constitucional.
Más allá de los argumentos dialécticos (aprovechando la confusión de las asambleas barriales), la clase política santafesina (sin la mínima renovación dirigencial) parece seguir padeciendo el mismo virus corporativista que produjo una repulsa mayoritaria el 24 de octubre de 2001, cuando el voto bronca pudo más que cualquier discurso de campaña. Diferentes encuestas a las que tuvo acceso este diario indican que, poco a poco, vuelve a crecer el "voto a ninguno" o el "no sabe/no contesta". El inmovilismo de funcionarios y legisladores para poner en marcha la reforma política volverá a hacer inviable cualquier acusación contra el periodismo sobre eventuales votos a Clemente.
Las respuestas de ocasión de los senadores (y el sugestivo silencio de la Casa Gris) no logra darle respuesta a, al menos, una pregunta clave: ¿A quién le sirve un Concejo Municipal con 42 ediles que solamente parece estar preparado para el escándalo?


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