Año CXXXV
 Nº 49.598
Rosario,
miércoles  11 de
septiembre de 2002
Min 7º
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cartas
El camino del deber

El camino del deber abarca toda nuestra existencia. Es una deuda que contraemos al nacer y que debemos pagar todos los días hasta la muerte para no perder el crédito de la sociedad y evitar nuestra quiebra moral. Entre otras causas, el decaimiento del país puede achacarse a un generalizado debilitamiento del sentimiento del deber, y en particular en los dirigentes. Muchos parecen olvidar que cuantas más facultades tienen para dirigir, tantos más deberes hay que llenar. Porque ellos son los encargados de administrar los recursos que les han sido confiados para el bien de sus dirigidos. Mientras el espíritu del deber sobreviva y se logre vigorizarlo, no hay que mirar con desesperación el porvenir. Pero si desaparece o se embota, si es sustituido por la sed de placer y engrandecimiento egoísta, entonces ¡ay Argentina! La historia demuestra cuán terriblemente han sido castigados los pueblos por sus faltas contra el deber. La verdadera gloria -esa que brilla hasta en la tumba- no consiste en acumular cargos, títulos, celebridad o riquezas, sino en haber cumplido siempre con nuestro deber. Aunque un mal éxito sea el resultado de nuestros esfuerzos. Para el hombre esclavo del deber su mayor premio, y al mismo tiempo su mayor preocupación, es obtener la aprobación de su propia conciencia.
Carlos Alberto Parachú


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