| | Editorial Cuando la memoria advierte
| Hoy se cumple un año. Hace exactamente ese período los rosarinos, a través de la pantalla de los televisores, contemplaban horrorizados cómo las Torres Gemelas neoyorquinas se convertían en polvo, escombros y ceniza con miles de personas aún vivas en su interior. El golpe fue terrible no sólo porque impactó en el corazón del mundo civilizado sino por el modo elegido para aplicarlo: aviones de línea colmados de pasajeros, comandados por pilotos suicidas, fueron el arma empleada para sembrar la devastación más absoluta en una de las capitales simbólicas de Occidente. La desmesura del acto terrorista lo transformó en el más sangriento y cruel cometido en la historia. Los adjetivos, aun hoy, resultan pálidos e insuficientes para describir lo acontecido. El dolor humano, aun hoy, carece de medida y dar cuenta de él con palabras se torna una tarea imposible. El aniversario de tan siniestro hecho, que acaso haya constituido el verdadero comienzo del siglo veintiuno, es una buena oportunidad para reflexionar sobre el sentido de la memoria y su importancia a la hora de definir los valores fundantes de una cultura. Ciertas palabras, por su dramática resonancia, se han erigido en íconos de lo que el hombre debe enfrentar y erradicar sin vacilaciones ni dudas: Auschwitz es, sin dudas, el paradigma perfecto. Y desde el 11 de septiembre de 2001, Torres Gemelas se ha sumado a esa lista de símbolos de la atrocidad. La muerte cruel de miles de hombres, mujeres y niños en nombre del fundamentalismo ciego y el odio irracional no puede ser justificada bajo ningún concepto: aun los más acérrimos enemigos del sistema capitalista deberían plegarse al estremecimiento masivo que semejante acto causó en todos los hombres de buena voluntad alrededor del mundo. El fin no puede justificar los medios. Dicha verdad moral irrefutable es la que suele violarse con intolerable frecuencia por parte de quienes se sienten dueños de la verdad y emplean los más espantosos métodos para imponerla. La jornada de la fecha merece ser dedicada a la evocación del horror, paso impostergable para combatirlo sin pausas.
| |
|
|
|
|
|
Diario La Capital todos los derechos reservados
|
|
|