La Capital
La crisis económica afecta la educación de los adolescentes. Padres preocupados por mantener el trabajo o conseguirlo, dialogan poco con sus hijos restándole la contención necesaria en esta etapa. "Los jóvenes requieren hoy más que nunca del apoyo de los adultos, ya que el contexto social está en crisis y se perdieron muchos de los valores importantes para la vida", dice la psicóloga Sandra Piotto, miembro del Instituto de Adolescencia del Colegio de Psicólogos de Rosario.
La psicóloga opina que ante un padre débil que se siente desvalorizado debido a sus problemas laborales, el adolescente encuentra un adulto inseguro, que no le brinda respuestas. A pesar de la situación económica que afronte una familia, la profesional sostiene que depende de la posición que se adopta frente a los hechos adversos. "No es lo mismo sentir que sos un pobre hombre, a sentir que sos un hombre pobre", puntualizó.
Por lo expuesto, la profesional propone a los padres de adolescentes que intenten reforzar los valores y enseñen el manejo de la ley y la justicia, a pesar de las fallas en el funcionamiento de estas últimas. También aconseja que los adultos sepan poner límites, sin que ello implique dejarlos a la deriva.
Educación y seguridad
"Los tiempos actuales difieren de los anteriores. En otra época las reglas estaban más claras, y tanto el Estado como las instituciones acompañaban la crianza de los hijos, brindándoles seguridad y educación. Ahora los lazos sociales están debilitados, ya no se cuenta con el respaldo de las instituciones y el Estado. Y esto lleva -dijo Piotto- a que la responsabilidad relacionada con la educación recaiga en mayor medida en la familia".
A esto se suma la inestabilidad laboral, que lleva a que los padres se sientan inseguros. "La pertenencia a un trabajo brinda seguridad y la sensación de pertenencia a un lugar determinado, que lleva a la constitución de la identidad", explicó la especialista.
Para Piotto, pensar que no hay salida es quedarse en un "rol pasivo". Mientras, "aquellos padres que con sus recursos piensan en alternativas (o microemprendimientos) para sobrellevar la crisis, están brindando un ejemplo a sus hijos".
Para la psicóloga, en la niñez, los padres son los que saben y les brindan a sus hijos todo lo que necesitan, mientras que con la adolescencia empiezan los cuestionamientos hacia los adultos. "El adolescente cuestiona a sus padres porque necesita un punto de referencia a partir del cual distinguirse", dijo. Y dio como ejemplo una situación en la cual el niño compra algo porque se lo dice el papá, mientras que el adolescente dice no voy a comprar ésto porque él me lo dice sino porque a mí también me gusta. Y antes de llegar a esa posición quizás esté la otra, porque "él me dijo que lo compre no lo voy a comprar".
Diálogo en familia
En ocasiones, los problemas cotidianos restan tiempo para el diálogo familiar. "Hay menos espacios de reflexión en la familia", dice. "En cambio, a través de la escucha se brindan herramientas a los hijos para que puedan enfrentar la vida".
"Durante esta etapa se ensaya la vida de adulto, los chicos empiezan a hacerse cargo de sus acciones, aprenden a ser responsables y a reconocer la ley en un contexto difícil", aclaró la profesional.
La crisis afectó seriamente la estructura familiar. Antes era el padre el que proveía el sustento económico, y la madre la que cuidaba y criaba a los hijos. Hoy los roles se modificaron, y muchas veces es la mujer la que sale a trabajar, y el hombre el que cuida de los hijos. En relación a esto, la psicóloga recomienda no quedarse solamente en los aspectos negativos. "Este es el tiempo de hacer cosas diferentes, dejar de esperar respuestas mágicas y tomar un rol más activo", afirma.
En este sentido propone la realización de microemprendimientos, como por ejemplo, la siembra de una huerta o el trueque, a la vez que reclamen las injusticias. En cuanto a los jóvenes, opina que sería conveniente que recuperen sus espacios. "Hoy estudian para trabajar en otros lugares y no ven un futuro en el propio país", cerró la psicóloga.