Dos de los nueve imputados por el copamiento e intento de robo a la sucursal Villa Ramallo del Banco Nación rompieron en llanto ante el tribunal al ampliar ayer sus declaraciones. Carlos Martínez, el único de los asaltantes sobrevivientes, se quebró cuando pidió perdón a los familiares del gerente Carlos Chaves y del contador Carlos Santillán, muertos bajo las balas policiales: "No puedo ponerme en sus lugares para entender lo que sienten, pero pido que me disculpen porque nunca pensé en un final así", dijo. En tanto Mónica Saldaña, hermana del ladrón que apareció ahorcado después del desenlace en una comisaría, confesó haber sabido del golpe desde un día antes y haber viajado a Villa Ramallo el 16 de septiembre de 1999 a pedido de su hermano: "Me había contado que robaría el banco y me pidió que le llevara un casco porque se iba a escapar en una moto", contó la mujer.
En los relatos de ambos acusados, como en el de los imputados que declararon al inicio de las audiencias, quedó en evidencia una estrategia defensiva. Si no se puede demostrar la inocencia de los imputados, al menos que se reduzcan las penas con las cuales podrían ser condenados. Así, tanto Martínez como Saldaña desvincularon a los demás imputados de la presunta asociación ilícita conformada para el atraco y plantearon su inocencia en torno a los homicidios cometidos en el epílogo del episodio.
Pedido de disculpas
Durante 40 minutos Martínez contó la segunda parte de su historia. El pasado martes, al romper su silencio, el Negro había desvinculado al resto de los imputados del hecho que se juzga. Ayer precisó cómo obligaron a entrar a los rehenes al banco. Martín Saldaña al contador Carlos Santillán, Javier Hernández al cartero Fernando Vilchez y él al empleado del cable Diego Serra. Tras ello, contó que lo sorprendió una discusión entre sus cómplices apenas iniciada la toma. "Estaban peleando porque Saldaña le pedía a la señora (Flora Lacave) las cintas de videos de seguridad y la mujer les explicó que el banco era viejo, que no había videos. ¿Si como se habló durante el juicio, hubo una entrega y una planificación, cómo no sabían que no había videos?", cuestionó.
Ya en la sucursal, el Negro volvió a la puerta porque "estaba por entrar otra persona" (el empleado Ricardo Pasquali), con la que reconoció que "hubo un forcejeo y lo hice entrar, aunque vi que afuera había un par de patrulleros". Ese momento, según el asaltante, marcó su quiebre: "Me di cuenta de que no podía salir más".
Sobre los roles de sus cómplices, dijo que Hernández "fue el que manejó la negociación. Martín iba de un lado para el otro como loco. Yo siempre traté de tranquilizarlos a todos. Iba y venía con la señora para buscar todo lo que se necesitaba. Tiene razón ella cuando dijo que nos poníamos nerviosos en muchos momentos".
"Yo siempre quise entregarme, si no tenía antecedentes. Quise convencerlo a Hernández para salir pero con Saldaña no podía hablar, era imposible. Yo estaba muy asustado, cualquiera que tiene sentimientos lo estaría" dijo Martínez que calificó la situación como algo "que no daba para más". Cuando por fin pudo hablar con Saldaña, Martínez recordó la respuesta de su cómplice: "«Qué pensás, que te vas a entregar. Yo te voy a dejar salir pero con las patas para adelante». Si yo me iba me mataban por la espalda. Si fuera por mí me habría entregado apenas empezó todo".
El Negro también habló de la huida: "Cuando Martín decide salir yo le pregunté si sabían que nos iban a disparar. Me dijo que estaba todo bien, que podríamos salir seguro. Chaves puso el auto en marcha, la señora abrió el portón y gritaba que no disparen, empujamos la camioneta y cuando íbamos por la vereda vi a todos los policías. Eso lo tengo grabadísimo. Estaban parados contra la pared del banco, ahí nomás, ellos vieron que íbamos con los rehenes. Eso es lo que no entiendo, ¿por qué tiraron si nosotros salimos casi al lado de ellos?".
Y en cuanto a su relación con la señora Lacave, "acá siempre se dijo que yo la use de escudo y eso no fue así. Cuando empezaron las balas yo le bajé la cabeza para que no la hirieran y a mi me dieron un tiro en el brazo. Reconozco que la amenacé con un arma pero era porque veía a todos los policías que había en la calle".
Cuando el Polo detuvo su marcha, el Negro pensó que "todos estaban muertos. Me sacaron del auto a las patadas y me molieron a golpes hasta que quedé inconsciente. Cuando desperté estaba en el hospital de San Nicolás, volvieron a golpearme, y cuando me llevaron a la cárcel también".
Para el final, Martínez -entre llanto- pidió disculpas. "En un momento me sentí muy mal y con la única persona que me sentía seguro era con la señora. Yo le conté la historia de mi vida, de mi familia, le dije que mi padre era alcohólico, quise confesarle lo que sentía. Mire lo que me pasó y ahora estoy aquí", le dijo el delincuente a Lacave.
Confesión de parte
Mónica Saldaña sólo había hablado ante el juez de Instrucción. Tres años después volvió a hacerlo. Fue sometida a un interrogatorio por parte del tribunal, la fiscalía y su defensora. En su relato, la mujer afirmó que un día antes del golpe, su hermano (Martín Saldaña) le dijo que iba a robar el banco y le pidió que viajase para llevarle un casco porque tras el golpe se iba a escapar en una moto. "El me contó que iba a robar el banco. Que me mandaría un remís para que pase por la casa de (el imputado Norberto) Céspedes para buscar un casco y 100 pesos para pagar el viaje y que nos encontráramos en una librería frente al banco. Estaba desesperado, tenía el hijo enfermo y necesitaba plata para atenderlo. Yo tenía que esperarlo unos 15 o 20 minutos y darle el caso para que volviera en la moto", contestó la mujer a la requisitoria del fiscal Eric Warr.
Respecto a por qué en ese viaje fue acompañada por su pareja, el también acusado Raúl Mendoza, la mujer sostuvo que "él no sabía por qué viajaba yo y tenía que ir a encontrarse con una persona para buscar trabajo" y sobre la presencia de sus hijas dijo que "al volver teníamos que ir al centro y nunca desconfié de que mi hermano pusiera en peligro mi vida y la de las nenas".
Saldaña comentó que al mediodía volvió a su casa de San Nicolás en colectivo y que su pareja ya estaba allí. Que mirando televisión escuchó la voz de su hermano y que a las 20 decidió volver a Ramallo y cuando sintió el tiroteo se asustó. "Corrí hacia la escuela pero me paró la policía, quería saber como estaba mi hermano. «Se fueron, se fueron, están todos bien» me decían y entonces me fui. Me encontré con Mendoza y fuimos hasta donde estaba el auto. Vimos los cuerpos y los periodistas me dijeron que se habían llevado un par de heridos. Fuimos al hospital de San Nicolás y mi hermano no estaba, llamé al hospital de Ramallo y tampoco. Fuimos a lo de un abogado para que lo encuentre y a las 4 o 5 de la tarde, cuando dormía, mi mamá me llamó a los gritos para avisarme que se había ahorcado".
En respuesta a los cuestionamientos que le hicieron los jueces y el fiscal, Saldaña fue aclarando las conexiones de los demás imputados y dijo que en su casa "nunca se hicieron reuniones ni hubo armas" para planificar el atraco.