| | Reflexiones Prevención y control de mascotas
| Horacio Laballén (*)
El comportamiento del perro depende, en promedio, en un 20 % de su herencia (genética) y en un 80% del aprendizaje (cómo se lo cría). Es decir la importancia de la experiencia en relación a la genética. Esta experiencia se adquiere durante su desarrollo (crecimiento). Por lo tanto, es en esta etapa de su vida (cachorro) cuando debe ser bien cuidada, ya que debe aprender cuáles son sus especies amigas y el medio ambiente apaciguador, cómo organizar y regular su comportamiento, cómo comunicarse e integrarse en un grupo social (jerarquización) y cómo volverse autónomo (apego y desapego). El desarrollo corporal se realiza a la par del sistema nervioso. El cerebro es el órgano rector de la integración de los comportamientos. Su desarrollo es estrechamente dependiente de los estímulos que el medio ambiente provee. Esta influencia es mayor sobre el plano del establecimiento de las conexiones entre las células. Estos efectos sobre el cerebro se traducirán a nivel del comportamiento. Debido a que el cerebro se desarrolla durante la preñez y hasta la edad de tres meses, este período es una fase sensible para la adquisición de numerosos comportamientos (buenos o malos). Si el cachorro pierde este aprendizaje podría no recuperarlo jamás. De ahí la importancia de comenzar el adiestramiento del cachorro en la edad temprana, a partir de los tres meses. Resulta importante comprender que la agresividad puede ser un comportamiento complejo donde la manifestación de un ataque se deba a más de una causa. Las siguientes motivaciones de la agresión pueden ser utilizadas como una guía diagnóstica: Liderazgo-dominancia: al perro lo hemos humanizado, pero se sigue manejando como cuando estaba en libertad, siguiendo los lineamientos de la jauría, donde la elección del líder es una decisión del grupo en su conjunto. Un líder es elegido usualmente en forma agresiva, ya que el liderazgo está basado en un comportamiento de dominancia-sumisión. Las peleas por el liderazgo se producen usualmente entre perros machos. Cuando un perro es adoptado por una familia, resulta importante que el mismo no se transforme en el líder del grupo familiar. Sobre todo los perros de raza grande (Rot, Doberman, Pitbull, etc.) tienden a desempeñar un rol dominante y agresivo y si los dejamos dominarnos estaremos invirtiendo los roles, por lo tanto un perro de talla grande tipo guardia no es para cualquier persona que lo desee. El futuro propietario debe tener carácter para saberlo guiar y educar. Otro dato es que el grupo social se organiza desde el perro alfa hasta el omega y que las relaciones entre los miembros no son estáticas sino dinámicas. Las mismas pueden cambiar a lo largo del tiempo y esta es la razón por la cual algunos perros comienzan a pelearse entre ellos luego de haber convivido pacíficamente durante años. Si no existe un claro ganador, las peleas por el puesto de mayor jerarquía de la jauría pueden ser constantes. Resulta importante no proteger al perro de menor jerarquía social, ya que de lo contrario el mismo puede desafiar a su superior cuando se encuentre en compañía de sus dueños (estamos hablado de familias que tengan dos o más perros). Dentro de un grupo pueden existir alianzas, por ejemplo cuando dos perros atacan al líder que está envejeciendo. Este es el caso de las tres salchichas de Liliana, donde las perras se pelean a muerte en un momento y por la noche duermen las tres juntas. Protección de territorio: los perros son territoriales y por lo tanto protegerán instintivamente su área (casa, jardín, etc). Este comportamiento puede incluir la protección de la propiedad, la protección de otros animales y la de su familia humana (todo lo que le pertenece). La agresión territorial es beneficiosa para las personas. El ladrido de guardia forma parte de la agresión territorial y es utilizado como un llamado de alarma para el dueño del perro y como una señal de amenaza para los intrusos. Competencia-posesividad: los perros manifiestan agresión por competencia por varias razones, la más común es por la comida, alrededor de un plato o un hueso. También puede existir competencia por un juguete, un lugar de descanso o la atención del propietario, esto es descripto como celo. Resulta importante que no se establezca una competencia entre la atención que reciben los niños y los perros grandes. Esto es de vital importancia, especialmente cuando un bebe ingresa a un hogar en el cual los propietarios conviven con un perro con anterioridad a la llegada del pequeño. En este caso es importante no cambiar el trato que le damos a nuestro perro y no dejarnos influenciar por terceros que piden que alejen el perro de la casa. Nada más erróneo, ya que este perro será el gran guardián del bebe. Disciplina: cuando uno observa una camada de cachorros, especialmente en presencia de un macho adulto, notará que si algún cachorro molesta al perro éste puede disciplinarlos mediante un gruñido o un tarascón. Este mismo tipo de agresión puede ser la explicación de algunos ataques de perros adultos sobre niños más pequeños que los molestan. Este el caso de un perro siberiano que mordió a un chico hace poco en nuestra ciudad. (*) Médico veterinario
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