Año CXXXV
 Nº 49.597
Rosario,
martes  10 de
septiembre de 2002
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Hijos, nietos, bisnietos y amigos la agasajaron con un espectáculo de tango
Margarita festejó sus 107 años en un geriátrico de Cañada de Gómez
La abuela es la envidia de sus compañeros: lee sin anteojos y no tiene necesidad de tomar medicamentos

Walter Gasparetti / La Capital

Cañada de Gómez. - Aunque a simple vista, y con sólo observar su cutis, Margarita Fina de Losano podría tener 80 o 90 años, el pasado sábado le festejaron su cumpleaños número 107. El contraste entre su edad y el estado de salud se acrecienta al saber que no toma ningún medicamento, lee sin anteojos y no duerme la siesta.
Margarita se levanta a las ocho de la mañana y suele ponerse a mirar televisión. Antes del almuerzo camina un poco por la casa hasta que se sienta en la mesa con sus compañeras del geriátrico San Marino, siempre con las piernas cruzadas. A la tarde suele leer las letras más grandes de las revistas en el living mientras el resto de los internados duerme la siesta.
"Es tranquila, come sola y apenas la tenemos que ayudar con el baño", cuentan las asistentes del geriátrico, quienes la definen como "una santa". "Eso sí siempre nos pide que la bañemos con el agua justa y necesaria", subrayan Angela, Olga, María Rosa y el resto de las trabajadoras de la casa que atiende a unos veinte ancianos.
Las asistentes también se sorprenden porque Margarita duerme toda la noche y nunca se despierta. "Le gusta el chocolate y fundamentalmente los dulces. Es tan sana que no tiene recomendaciones médicas para el consumo de sal y tampoco del azúcar. Sin duda, es la envidia del resto de los abuelos que comparten su vida en esta casa", añaden Angela y Olga.

La fiesta
Cuando su esposo falleció en 1975, Margarita les dijo a los hijos que seguramente iba a correr la misma suerte a los pocos años. Pero ya pasaron 27 años de ese triste episodio. Entonces, la fiesta de su cumpleaños reunió a sus hijos, nietos, bisnietos y a muchos amigos y conocidos que la quisieron saludar. El acontecimiento se complementó con espectáculos de tango y folclore que Margarita disfrutó mientras probaba con buen apetito cada uno de los platos preparados para el agasajo.
Dos parejas de baile actuaron para ella, que no ahorró aplausos cuando los números finalizaron. El homenaje también fue para Alfredo, de 84 años, quien cumplió años en estos días. Por supuesto, cada uno de los participantes se llevó un souvenir, como en una fiesta de 15.
El personal directivo y las trabajadoras del geriátrico colgaron un pasacalle frente al local y se aseguraron la presencia de algunos medios de prensa. En la fiesta recibió cinco ramos de flores y participaron autoridades locales como la secretaria de Cultura, Emérita Ruchelli.
"Fui cocinera, preparaba las pastas y también atendía la caja", recuerda la mujer que estuvo con su esposo al frente de La Mixta, una rotisería ubicada en calle Lavalle que estuvo abierta por más de 30 años. "¡Háblele más fuerte que no lo va a escuchar!", recomiendan sus familiares al cronista de La Capital que asistió a la reunión para compartir el grato momento.
Sus hijos Ubaldo Lorenzo (78 años), Dora (76) y Víctor (68) la definen como una mujer que dio todos por ellos. "Es muy dulce y trabajadora y un ejemplo de cómo se debe sostener una familia", sintetizan a la hora de reflexionar sobre su madre.
"Siempre me recuerda cuando el alumbrado público de Cañada funcionaba a gas y de sus paseos en sulky. También de su paso por el Colegio San Antonio de Padua, del que hoy es su ex alumna más antigua", recuerda Víctor, el menor de sus hijos que actualmente vive en La Plata.
Margarita sopla las velitas mientras le sacan fotos y la filman. "¿Qué pensará al estar rodeada de tanta gente que no conoce?", preguntan las amigas. Todos coinciden en que tanto los familiares como las mujeres del geriátrico la cuidan como una delicada y fina porcelana.



Aunque aparenta de 80 ó 90, Margarito sopló 107 velitas.
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