Año CXXXV
 Nº 49.597
Rosario,
martes  10 de
septiembre de 2002
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Joven nigeriana demandó a su padre por boda negociada
Es una víctima de la brecha entre derecho y tradición

Un padre quiere obligar a su hija a ir al altar, pero ella ha recurrido a los tribunales porque se tiene que casar con un hombre al que no quiere. La joven nigeriana Nafisatu Laushi, de 19 años, quiere hacer valer sus derechos ante el máximo tribunal en la ciudad de Jos.
Ella, como muchas otras mujeres africanas en su misma situación, es una víctima de la amplia brecha existente entre el derecho secular y la tradición, pese a que las leyes en la mayoría de los países prohíben los matrimonios acordados y por obligación, esta práctica sigue estando muy extendida en Nigeria.
Nafisatu Laushi es la primera nigeriana que actúa públicamente en contra. Ella le dijo al tribunal de esa ciudad, en el centro de Nigeria, que no ama al hombre que su padre ha elegido para ella. Asegura que si se casa acabará con problemas psíquicos. Pero su padre, musulmán, tiene otra cosa en mente. Con el enlace matrimonial, quiere fortalecer los lazos entre las dos familias.
"Este es uno de los típicos argumentos para matrimonios a la fuerza en Nigeria", explicó la abogada Agnes Tunde-Olov de la organización de derechos humanos Constitutional Rights Project, en Lagos. "Lo que conduce a muchas jóvenes a ese tipo de matrimonios, sobre todo en la parte norte del país, (donde la creencia en el Islam es dominante) son razones económicas o compromisos entre familias o clanes", agregó.
Como la mayoría de veces las muchachas no tienen más de 13 años, Tunde-Olow advirtió: "Esto es cuestionable desde dos puntos de vista, primero porque un nigeriano deja de ser considerado niño recién a los 18 años y segundo porque nuestra Constitución de 1999 prohíbe los matrimonios por obligación".
Ante un tribunal secular como el de Jos, parece que la demandante tiene buenas perspectivas de ganar el caso. Cerca del 37 por ciento de todas las muchachas de entre 15 y 19 años en el país se casan contra su voluntad, según estimaciones de las organizaciones de derechos humanos. Pero Nigeria no está al frente de las estadísticas.
El 72 por ciento de las muchachas en Mali, el 57 por ciento en Níger y casi la mitad de todas las jovencitas en Uganda corren la misma suerte y de la noche a la mañana pasan de la infancia a la vida matrimonial, sin estar preparadas. Como consecuencia se producen embarazos a edades tempranas y numerosas adolescentes mueren al dar a luz su primer hijo, según ha cuestionado Unicef.
Pero las numerosas protestas no logran impedir que a diario se casen contra su voluntad niñas con hombres, que en algunas ocasiones son tres veces mayores que ellas. "Obedécele y sírvele", le dijo su abuela a la keniana Florence, que hoy tiene 30 años y cuando tenía 16 fue entregada al que actualmente es su marido. "Hoy sé que ese pacto fue acordado ya antes de mi nacimiento", dijo.
"La mayoría de las veces a los padres de la novia les atrae la cantidad de dinero y el pensamiento de que sus hijas se casan seguras, antes de tener voluntad propia o tener novios -dijo Tunde-Olow-. Ellos temen que su hija se quede para vestir santos". (DPA)


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