Un muchacho haciendo malabarismos en un monociclo, estudiantes de teatro bailando al compás de tambores con movimientos gestuales reflejando tristeza y alegría fueron manifestaciones protagonizadas por casi 50 personas antes de entrar nuevamente al teatro La Morada. La sala de Buenos Aires y San Luis, que había sido clausurada el viernes pasado por ruidos molestos, reabrió anoche aunque al grupo no sólo lo convocó la reapertura de la sala. También decidieron cortar esa esquina para repudiar el procesamiento a uno de los directores teatrales. Enrique Gabenara, uno de los responsables de uno de los elencos que salen a escena en La Morada, casi no pudo festejar el levantamiento de la faja de clausura. El martes, apenas atravesó la puerta de la comisaría 1ª, fue demorado porque, según le dijo la policía, la jueza de Faltas Liliana Puccio lo había procesado. La medida judicial estaba fundamentada en las tres causas que esgrimió la magistrada para allanar el teatro: ruidos molestos, incompatibilidad de habilitación y una presunta anomalía en cuanto a medidas de seguridad. La abogada de Gabenara, Matilde Bruera, apelará el procesamiento apoyándose en una norma constitucional que establece que "no se puede allanar un local por tres causas judiciales". El director de teatro sostiene que el procedimiento presenta cuanto menos una irregularidad: la Municipalidad ya le otorgó la habilitación definitiva al teatro con lo que se caería uno de los tres motivos de la decisión de la magistrada. Leonor estudia actuación en una de las dos escuelas provinciales de teatro. Decidió participar de la movida de anoche porque el teatro también le pertenece. "Vine para que no se cierre este espacio, donde trabaja mucha gente", explicó. A unos pocos metros, Quique De María, humorista de la radio LT8, también dio el presente. "Estoy acá para apoyar un reclamo justo de la comunidad teatral. En los últimos tiempos hemos asistido a actitudes vergonzantes del poder como en este caso que con la excusa de ruidos molestos cerraron una sala teatral. En cualquier momento, van a prohibir los velorios. No sólo no tenemos apoyo oficial, también nos ponen palos en la rueda", se quejó. La contienda legal parece, justamente, una farsa adecuada para una puesta. Se inició a comienzos de año cuando el comisario inspector José María Thompson, jefe del Centro de Instrucción en Destino, radicó una denuncia en la Dirección de Control Urbano por ruidos molestos que, según el oficial, provenían de La Morada. La historia de desavenencias entre Thompson y los integrantes de los elencos que los fines de semana representan cuatro obras en el teatro de San Luis y Buenos Aires tuvo varios capítulos. Comenzó cuando inspectores municipales, según Gabenara, no sólo no verificaron ninguna infracción sino que le otorgaron la habilitación definitiva. La disputa se prolongó cuando el jefe policial decidió continuar su cruzada en la seccional 1ª, donde Gabenara y el otro responsable del teatro, Gustavo Di Pinto, debieron prestar declaración. La historia tuvo su epílogo el viernes a la noche. Los 25 espectadores que asistían a la representación de la pieza "Asunción" no salieron de su asombro cuando tres policías vestidos de civil de la comisaría 1ª ordenaron desalojar la sala porque debían clausurarla por ruidos. Para hacerlo, traían una orden de allanamiento de la juez Puccio. Ahora, la decisión judicial parece que está en tela de juicio.
| Estudiantes y espectadores, unidos para manifestarse. (Foto: Daniel Carrizo) | | Ampliar Foto | | | Notas
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