París. —Antes de Osama Bin Laden estaban Carlos “el Chacal” y Abu Nidal. Bastante antes de todos ellos, estaban los Asesinos de Persia, los nihilistas de Rusia y toda suerte de grupos que creían en su derecho a derramar sangre. Si bien el terrorismo no es nada nuevo para el mundo, evoluciona constantemente. Los atentados del 11 de septiembre contra Estados Unidos pusieron de relieve una forma particularmente virulenta y de amplia dimensión. “Estamos tratando con una bestia muy diferente a la que tratábamos antes”, comentó Matthew Levitt, académico en estudios de terrorismo en el Instituto de Washington de política hacia Medio Oriente. “Lo que tenemos ahora no es una amenaza terrorista nacional. Es mucho más global y no simplemente política. Tiene un componente mucho más ideológico y teológico”, expresó Levitt, un ex analista antiterrorista del FBI. Al menos en un aspecto, no obstante, la guerra santa islámica librada por la red Al Qaeda de Bin Laden ha cerrado un círculo terrorista completo. Hasta el fin del siglo XVIII, la religión era la principal motivación detrás de los actos organizados de violencia. Fanáticos judíos cortaban las gargantas de los romanos en la Palestina del primer siglo. La India del siglo VII tuvo su culto Thuggee que hacía sacrificios en honor a la diosa Kali. Quinientos años después, los chiítas merodeaban en Persia asesinando a los líderes sunitas. El vocablo “terrorismo”, definido como violencia sistemática e intimidación con fines específicos, surgió del Reino del Terror que siguió a la Revolución Francesa de 1789. Para el siglo XIX, el asesinato, el secuestro y los atentados se habían convertido en medios para obtener fines políticos. Entre 1870 y la Primera Guerra Mundial, los anarquistas intentaron derribar al orden establecido en países como España, Italia y Rusia, donde el movimiento nihilista era visto como uno de los precursores de la actividad terrorista moderna. u Tras la Segunda Guerra Mundial. El terrorismo aumentó enormemente tras la Segunda Guerra Mundial, utilizado por movimientos anticolonialistas en países como Vietnam, Israel y Argelia. Para las décadas del 70 y del 80 se volvió global, alimentado por la guerra árabe-israelí de 1967 y los movimientos estudiantiles radicales surgidos un año después. Terroristas como Carlos, el venezolano vinculado a decenas de muertes; o el recientemente fallecido Abu Nidal, el palestino al que se le atribuyen más de 900 muertes, se convirtieron en nombres domésticos. Los terroristas secuestraron su primer avión el 23 de julio de 1968, cuando un vuelo de El Al en viaje de Roma a Tel Aviv fue desviado a Argelia por el Frente Popular para la Liberación de Palestina de George Habash. Además de una cantidad de facciones palestinas que luchaban en Israel, los movimientos terroristas surgieron en todo el mundo, como la Facción del Ejército Rojo de Alemania Occidental, la Brigadas Rojas en Italia, y el Ejército Rojo de Japón. Los separatistas vascos de la ETA y el IRA en Irlanda del Norte libraron sus propias luchas. Al mismo tiempo, los terroristas comenzaron a encontrar varios Estados deseosos de brindarles dinero, entrenamiento y armamentos. Las repúblicas soviéticas que luego se independizaron y países como Irán, Siria y Libia encabezaban las listas de patrocinadores del terrorismo. Pero el mundo no estaba preparado para la matanza perpetrada por Al Qaeda, y no sólo por la magnitud de los atentados del 11 de septiembre, cuyos casi 3.000 muertos aplastaron el mayor balance previo de unos 440 bajas en 1979 en un cine de Abadan, Irán. * Las nuevas características. Los expertos indican que la nueva casta de terroristas tiene varias características que los hace particularmente peligrosos: * Ausencia de metas posibles o diálogo. Pese a que Al Qaeda llamó al fin de la presencia estadounidense en Arabia Saudita y a su apoyo a Israel, no tiene la estructura política para impulsar una agenda precisa o buscar la solución de temas específicos. Dominique David, jefe de estudios de seguridad en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales, considera que tales grupos sufren de un “autismo estratégico” al trabajar por su cuenta a menudo con una lógica distorsionada. “Usted no puede negociar. Con Habash se podía negociar. Con ETA se podría negociar”, afirma. * Falta de moderación. Grupos como ETA o IRA fueron cuidadosos en no realizar ataques demasiado destructivos por temor a perder un potencial apoyo popular. Al Qaeda no tiene tales pruritos. “Los terroristas antes querían que los viera un montón de gente pero no provocar un montón de muertos”, afirmó Levitt. “Este no es ahora el caso. Al Qaeda quiere matar a la mayor cantidad de gente posible”. * Voluntad de recurrir a los atentados suicidas. Una vieja táctica, este tipo de atentado ha sido reflotado en las últimas dos décadas, primero por el grupo libanés Hezbolá, y luego por los Tigres Tamiles de Sri Lanka con efectos devastadores, los militantes palestinos y ahora Bin Laden. * La posibilidad de adquirir la capacidad de atacar con armas nucleares, químicas, biológicas y electrónicas. El grupo apocalíptico japonés Aum Shinrikyo fue el precursor de esta nueva amenaza con un atentado en 1995 contra el metro de Tokio con gas Sarín, que provocó 12 muertos e intoxicó a 3.500 personas. Los analistas dicen que los grupos terroristas han estado reclutando cuadros expertos en comunicaciones, computación, química farmacéutica e ingeniería y pueden conectarse fácilmente a través de Internet. Su potencial para causar estragos, dice David, “no tiene precedentes en la historia de la humanidad”. * Carencia de una estructura jerárquica. Al Qaeda tiene una poco firme afiliación con grupos de varios países que son más difíciles de rastrear y penetrar. * Una cantidad de fuentes de apoyo y financiación: secuestros, drogas, delitos menores, organizaciones de fachada y negocios legítimos. Estos son menos dependientes de países patrocinadores y más difíciles de doblegar con sanciones económicas. Bruce Hoffman, vicepresidente del centro de estudios Rand Corporation en Washington, escribió poco después del 11 de septiembre que los atentados contra el World Trade Center y el Pentágono planteaban un punto de inflexión. “Ese día, Bin Laden barrió con la sabiduría convencional sobre los terroristas y el terrorismo y, al hacerlo, marcó el comienzo de una nueva era de conflicto, más sangriento y destructivo que antes,” afirmó. (AFP)
| |