Año CXXXV
 Nº 49.591
Rosario,
miércoles  04 de
septiembre de 2002
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La jerarquía de los jugadores que militan en el exterior es una condición inigualable
La selección nacional de fútbol es para los mejores
Condicionar a Marcelo Bielsa a que convoque sólo a futbolistas de los clubes argentinos es condenarlos sin jucio previo

Sergio Faletto / La Capital

Las imágenes del partido amistoso entre Manchester United y Boca Juniors del pasado 10 de agosto todavía están vigentes en la memoria. Un encuentro en el que para fortuna del conjunto xeneize el poderío inglés no asomó en toda su dimensión. Es más, hasta quedó la firme sensación de que los europeos regularon la intensidad de su juego. Mientras que los del Maestro Tabárez hicieron el máximo esfuerzo para ofrecer resistencia. Pero más allá de las cuestiones tácticas y técnicas, en las que los británicos también prevalecieron, la diferencia más notoria fue la física. Aspecto determinante en el fútbol actual para confrontar a nivel internacional. Dato que debería ser tenido en cuenta por aquellos bohemios que pretenden desde su ortodoxo lirismo conformar una selección nacional integrada solamente por los jugadores que actúan en la Argentina.
Todavía está fresco el recuerdo de la impotencia de Carlos Tevez cuando a través de su habilidad quiso superar en reiteradas ocasiones a Rio Ferdinand, quien con admirable jerarquía contrarrestó la imprevisible gambeta del pibe de Fuerte Apache.
Pero la distancia entre un equipo y otro tampoco se pudo reducir con la velocidad de Clemente Rodríguez, como así la del Chelo Delgado, quienes fueron superados también en ese recurso por la inteligencia de los volantes y defensores rivales, que con desplazamientos pragmáticos le cerraron todos los caminos.
Ni siquiera la fortaleza de Battaglia y Cascini pudieron con Scholes y Butt, que con mayor dinámica y oficio se adueñaron del mediocampo. Y el intento salvador de un centro a la cabeza de Bracamonte difiere muchísimo de la simpleza para definir del holandés Ruud van Nilsterooy.
Entonces, bien vale esta experiencia de Boca en Inglaterra para reflexionar sobre la disparatada idea de una selección argentina sin jugadores que actúen en el exterior.
Nadie mejor que el profesor Luis Bonini para explicar las diferencias que existen entre los futbolistas que todavía no emigraron y aquellos que ya intervienen en los torneos de máximo nivel. El preparador físico, quien trabajó en Europa y actualmente integra el cuerpo técnico que encabeza Marcelo Bielsa, dijo en una oportunidad: "Las diferencias son básicas y elementales, porque parten desde cuestiones sociales y económicas, que tienen una enorme incidencia en el crecimiento no sólo del deportista sino también de la persona. Estos factores están íntimamente relacionados con la alimentación y el sistema de preparación. El crecimiento también depende del desarrollo de un país, y no es lo mismo un chico que proviene de un sector carenciado que un chico que dispuso de todos los recursos necesarios".
También el doctor Rubén Oliva, médico que trabajó con César Luis Menotti durante el Mundial 78, comentó hace unos años que "es admirable la capacidad de los jugadores argentinos cuando llegan a los clubes europeos, porque a pesar de las desventajas con el tiempo se las ingenian para competir en igualdad de condiciones. Pero está claro que las distancias socio-económicas se profundizan con los años, porque la pobreza en Sudamérica reduce considerablemente las posibilidades de inserción de nuestros futbolistas. No es lo mismo tener una dieta rica y equilibrada a comer lo que se puede. No da lo mismo contar con los recursos de la medicina que no tenerlos. Como tampoco en lo que hace a los elementos imprescindibles para el desarrollo físico. La economía también juega. Y lamentablemente el subdesarrollo acentúa más estas diferencias, subdesarrollo que se refleja también en la ausencia de políticas que preserven el conocimiento de sus profesionales, quienes se ven obligados a emigrar para poder crecer como tales".
En esta consistente línea argumental, no es casualidad que a medida que pasan los años el éxodo de jugadores argentinos a España o Italia se reduzca en cantidad.
Por esto, según el prisma con el que se lo mire, a Marcelo Bielsa se le podrá reprochar la no convocatoria al Mundial de Corea-Japón de Javier Saviola, Juan Román Riquelme y quizás algún otro jugador, pero de ahí a exigirle la conformación de una selección con futbolistas que se desempeñen en nuestro país es condenarlo sin juicio previo.
Sin dudas que la última participación mundialista es cuestionable por muchos motivos, pero los integrantes del plantel nacional, en su mayoría, eran los de mayor jerarquía de ese momento.
Está claro que quienes jueguen las eliminatorias y el Mundial de Alemania en el 2006 -en caso de que se obtenga la clasificación- no serán todos los mismos, sin dudas que habrá otros hombres, pero muchos de los cuales también estarán militando en el fútbol italiano, español, inglés y alemán. No es azaroso que hoy ya se mencionen a Maximiliano Rodríguez, Andrés D'Alessandro (su transferencia en breve al exterior es un hecho), Sebastián Saja, Saviola, Riquelme, entre otros como futuros convocados. Pero también es inevitable no citar a Crespo, Aimar, Samuel, Sorín, Verón y Placente, entre otros.



El entrenador se enfrenta a una diversidad de opiniones.
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