Pablo r. Procopio / La Capital
La solidaridad mostró ayer su mejor cara. El rostro de la colaboración más desinteresada y comprometida. Demostraciones de afecto y apoyo colmaron la calle frente a las instalaciones del Hospital Italiano en Capital Federal. Allí, en terapia intensiva, sigue internado Emilito Trono, el bebé de 9 meses que aguarda un implante de hígado para continuar viviendo, al punto de que su caso se convirtió en emergencia nacional. La gente no dudó en evidenciar los más increíbles gestos de adhesión: llevó estampitas, rosarios y hasta alimentos para los papás del chiquito que muestra toda su fortaleza en la lucha contra la adversidad. "Seguimos insistiendo en los medios", dijo ayer desde Buenos Aires, Noemí Azcona, la mamá de Emilio. Claro, todavía la familia no recibió comunicación alguna sobre la existencia del algún operativo de ablación de órganos. Sólo tuvo una llamada desde el Instituto Nacional Central Unico Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) en la que se comprometieron a esforzarse "tremendamente en buscar la donación por toda la Argentina". El caso de Emilio ya está instalado en la opinión pública nacional y la influencia de los medios motivó la reacción infinitamente solidaria de la gente. Después de mediatarde, hubo "como una manifestación en frente del hospital", relató Noemí a La Capital. Y contó que "la gente llegó con estampitas y vírgenes". La señora salió a la puerta con su marido, Mario Trono, y el público les colgaba rosarios. Mientras, en el centro asistencial se recibían llamados de personas con la firme decisión de donar. Pero todo queda en las buenas intenciones. Los donantes vivos sólo pueden ser familiares, de otro modo sólo sirve un hígado de alguien que tenga un cuadro de muerte cerebral. Mientras el tiempo pasa, Emilio aguanta. "Está bien, con sus ojitos abiertos y neurológicamente reactivo", dijo Noemí antes de sincerarse: "No tenemos mucho tiempo". Emilio es muy lábil y es sometido permanentemente a invasiones como el respirador y la alimentación artificial. Sin embargo, los médicos creen que tiene posibilidades de que así y todo baje al quirófano. "Es muy difícil estar acá con él, viéndolo. Está todo estaqueado y pinchado", confió su mamá antes de marcar que se siente convencida de que podrá "tolerar la cirugía". Es que la neurología ha dado evidencias certeras. "Emilito se despierta, nos reconoce, lloriquea cuando nos acercamos y nos quiere tocar con las manitos. Eso es lo que a mí me sostiene para seguir", confesó. A los 50 días de nacido, a Emilio se le detectó un serio problema biliar que derivó en una cirrosis fulminante y, a pesar de los cuidados extremos de su familia, el pequeño debe ser implantado para sobrevivir. La mamá de Emilio tiene 42 años. Es nefróloga y acompañó como profesional distintos casos de pacientes a los que se les practicaron trasplantes renales. Pero esta es la intervención más importante de su vida. "No está sufriendo como médica sino como mamá", apuntó Mario.
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