Tres años atrás un joven persiguió y mató a un ladrón después de ver cómo cometía un atraco a mano armada, pero la jueza que investigó el caso lo dejó libre porque aceptó la versión del autor, que atribuyó el desenlace a un disparo accidental. Otro juez tomó entonces la causa y profundizó las pesquisas hasta llegar a una conclusión muy distinta: para este magistrado se trató de un homicidio intencional. El indicio más fuerte en ese sentido es que la víctima recibió un tiro a quemarropa, por la espalda y desde una distancia muy corta. Esto hace presumir que fue el tiro de gracia de un justiciero y no de un desafortunado accidente.
Aunque diametralmente opuestas, las dos conclusiones se basaron en pericias balísticas, en el primer caso de la policía y en el segundo de Gendarmería Nacional. Ahora la causa está en manos de un tercer magistrado, quien ya encargó un estudio definitivo a expertos de Prefectura Naval para desempatar y resolver cuál es la imputación contra el autor del disparo.
La diferencia, para el acusado, no es menor. Está entre la posibilidad de continuar libre, aun en caso de que lo condenaran, o de ir a prisión si finalmente le imputaran homicidio simple.
Balazo en la nuca
El caso ocurrió el 20 de julio de 1999. Fabián Alejandro Messineo, quien al momento de ocurrir los hechos cumplía condena y gozaba de libertad condicional, ya había asaltado una videoteca que estaba en Gaboto 2870 y escapaba del escenario del atraco cuando recibió un tiro que lo hizo desplomarse. Una ambulancia lo recogió en la esquina de las calles La Brocca y Londres, muy cerca del escenario del robo. "Avisen a papá que me pegaron un tiro", alcanzó a decir antes de que se lo llevaran. Había quedado cuadripléjico y murió al día siguiente, en el Hospital de Emergencias.
El autor del disparo fue Roberto José Maximiliano Mastro, quien presenció el atraco y después salió a correr al ladrón. Cuando lo detuvieron dijo que no quiso matarlo y juró que el tiro se le escapó mientras corría unos 50 metros detrás de Messineo. Por eso la jueza Susana de Pigliacampo lo procesó por homicidio culposo, es decir por matar por negligencia. La decisión de la jueza se apoyó en una pericia balística realizada por la Unidad Regional II de policía. Según ese estudio, los hechos habían ocurrido como los narró Mastro. Pero los peritos de la policía no habían visto todo lo que tenían que ver en el escenario del crimen.
Si Mastro hubiera estado donde dijo cuando se le escapó el tiro, el proyectil jamás pudo haber impactado en la nuca de Messineo. Es lo primero que vio el juez Horacio Benvenutto al reconstruir la escena. Es que la víctima corría por la ochava y el autor del disparo no estaba en línea recta si realmente hubiese estado donde dijo que apretó el gatillo por accidente. Por eso, salvo que la bala hubiera doblado, su historia no cerraba.
Impulsado por el padre de Messineo y por sus propias dudas, Benvenutto profundizó las pesquisas y pidió nuevas pericias. Así se encontró con una sorpresa: según un estudio realizado por técnicos de la Gendarmería Nacional, el disparo se hizo en línea recta entre el victimario y la víctima y desde escasos 25 a 40 centímetros. Si fue así, entonces no se trató de una muerte accidental como sostuvo Mastro sino de algo muy parecido a una ejecución.
Es lo que debe dilucidar ahora un tercer magistrado, Carlos Alberto Carbone. Lo primero que hizo fue pedir una nueva pericia balística a Prefectura. Con el resultado en la mano decidirá no sólo qué delito imputa a Mastro (homicidio simple o culposo) sino también si continúa libre o si vuelve a prisión.