| | cartas Sociedad civil vs. boutiques financieras
| Han trascendido detalles de las negociaciones tendientes a conformar una banca regional, a reprivatizar el agente financiero -hasta el año 2008- del gobierno provincial y a recomprar el paquete accionario minoritario de un banco por parte de su antiguo dueño extranjero. Los intereses antagónicos para la mejor resolución de los casos son notorios e inducen a exigir -por la comunidad- primeramente transparencia de los operadores -máxime porque también lo hacen en nombre del Estado nacional o provincial- y en segundo lugar a requerir, precisamente a esos operadores, modernidad conceptual, ya que algunos procesos de capitalización sugeridos no resultan ser hoy los más apropiados. Una urgente propuesta superadora pasa por plantear a los responsables operativos de estas decisiones que no dejen de contemplar la inserción, en estos proyectos, de la sociedad civil que, vibrante y heterogénea, crece como sector social en forma sustancial. La sociedad civil que cierra el tríptico social junto con el Estado y el mercado es el escenario en el cual la gente forja alianzas entre sí en procura de los intereses en común. Este sector comprende agrupaciones comunitarias, movimientos sociales, organizaciones no gubernamentales, polos de caridad, grupos religiosos, fundaciones empresariales e instituciones académicas que experimentan con proyectos innovadores, racionalizando procedimientos e impulsando iniciativas transparentes, sustentables, de respeto mutuo, muy participativa con los actores sociales de los problemas en cuestión. Esa comprensión más profunda es seguramente antagónica a la de cualquier intento de las boutiques financieras -con sede porteña- que terminan con sus piruetas, en lugar de restablecer el mercado bancario, asfixiando el bien común. En la reciente conferencia -en esta ciudad- de un consejero del Vaticano se aludió precisamente a la enorme importancia de estas estrategias de trabajo -prácticas modelo- con la sociedad civil entre las cuales ahora podrían incluirse las negociaciones aludidas en el comienzo de esta carta. Dr. Armando J. Auzmendi
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