| | Reflexiones ¿Hacía dónde va la escuela?
| Laura Hojman
Uno de los interrogantes que divide en estos tiempos a la comunidad educativa se centra en si es necesario que la escuela asuma y concentre cada día más facultades y responsabilidades de otras áreas o que retorne a su rol fundamental que es el de enseñar y socializar a los estudiantes. A la hora de elegir y sin apegarse a la realidad y la feroz crisis que nos toca vivir en este último quinquenio en nuestro país, la mayoría elegiría tener una educación enciclopedista, académica, el "normalismo" francés, la escuela por sí misma y el conocimiento por el conocimiento mismo sin otro fin, algo que se refleja en la recordada película "La sociedad de los poetas muertos". Sin embargo, desde hace una década el discurso oficial cambió en el país y se comenzó a incorporar conceptos y funciones para la escuela como "educar para el trabajo"; "marketing educativo"; "gasto por estudiante"; "ajuste"; "ahorros y búsqueda de recursos alternativos", como si escuelas y universidades públicas pasaran a funcionar como empresas productivas que deben autogestionarse, fuera del deber protector del Estado. A ello, hoy se suman las inevitables acciones de alimentar, mediar en situaciones de violencia, realizar acciones preventivas de salud e higiene a los estudiantes, cuestión que si no fuera porque en muchas zonas del país existe un establecimiento educativo, la situación empeoraría. Pero además, para algunas visiones -fundaciones, algunas empresas privadas de ex funcionarios de los •90- y en el marco del agravamiento de la pobreza y el desempleo en muchos hogares, la escuela debería autogestionar proyectos con la comunidad, tales como ferias del trueque, bolsas de trabajo, huertas orgánicas y panaderías para vender sus productos y obtener recursos. ¿No es acaso pedirle demasiado a la escuela?; ¿no es transferirle funciones de ministerios de Acción Social, Salud, Deportes, Trabajo, Justicia y otros, cuando su actividad primaria es la atención y garantía del derecho a la educación de los chicos? En algunas escuelas de algunas provincias, el Estado local con el argumento de que "ya no puede más", respecto a la falta de recursos, la cooperadora pasó a ser una organización que debe decidir todo: qué y cómo se gasta, a quién se le paga, a quién se le da trabajo, si se techa o no el gimnasio de los chicos, la alimentación del comedor... Sin embargo, en este escenario de recrudecimiento del hambre, los chicos abandonados afectiva y económicamente, de padres sin sustento, de jóvenes sin empleo, sin estudios y sin rumbos: ¿si la escuela no cumpliría con estos últimos servicios, qué realidad tendríamos? Seguramente empeoraría. Y en ese sentido, según sostienen algunos pedagogos, "la escuela es el espacio que nos queda; es el lugar donde podemos reconocernos todos y construir la igualdad social".
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