U. G. Mauro / La Capital
***** Intérprete: Raúl Carnota (guitarra acústica y canto). Músico: Juancho Perone (batería y percusión). Género: música popular. Sala: Teatro Manuel de Lavardén. Nadie que siga la carrera de Raúl Carnota puede decir que escuchó dos veces la misma versión de cualquiera de sus creaciones. Esa capacidad de búsqueda y recreación permanente, sumada a una impecable ejecución vocal e instrumental y el aporte del percusionista rosarino Juancho Perone, lograron que el recital que Carnota ofreció en el teatro Lavardén el sábado constituyera un ejemplo de lo que siempre debería ocurrir. Mientras el aparato de las discográficas reparte alegre, interesada e irresponsablemente dentro del folclore calificativos como "renovador" o "creador" entre intérpretes sólo carismáticos, compositores cerrados a las influencias y letristas maestros del refrito, Carnota es uno de los pocos artistas del ámbito del folclore que puede acreditar tal adjetivación. Tras el telón cuando todo finalizó, el autor de "Grito santiagueño" y "Gatito de las penas" no tuvo empacho en llorar de emoción y abrazarse con su amigo y compañero Perone. Había sido una noche intensa, con un público mayormente joven y adolescente que colmó la sala de Sarmiento y Mendoza, que de a poco y hasta no conociendo la trayectoria del artista, iba aumentando el tono de las muestras de aprobación y gozo. Para su recital, Carnota apeló a lo mejor de su obra, recorriendo la discografía desde los primeros logros junto a Suna Rocha hasta llegar a las canciones de su CD "Fin de siglo", interpretando no sólo lo más difundido sino también temas como la "Mishki mota", una chacarera "presantiagueña" -según el humor del artista-, pues se fusiona con ritmos de origen africano, o recreando brillantemente lo que a su vez recreó el pianista Adolfo Abalos sobre música de Tchaicovsky. La clave permanente de la propuesta de Carnota es su libertad compositiva, con arreglos jazzeros y que juega tanto con la música de los Beatles, como con acordes de la marcha peronista, llevando con limpieza y sin esfuerzo una voz naturalmente áspera a los agudos de la vidala o incursionando en el chamamé con la idoneidad de no muchos litoraleños. En otro plano, el espectáculo satisfizo ampliamente gracias también a la presencia de Juancho Perone. El percusionista dejó en claro que su oficio no es el histrionismo, el vértigo o la estridencia sino la sutileza, y el público captó rápidamente que su labor no era complementaria sino que la propuesta habría perdido jerarquía sin él.
| Raúl Carnota brindó el sábado un impecable recital. | | Ampliar Foto | | |
|
|