La mayoría de los amantes del fútbol sostiene que en el fútbol no hay lógica. Y eso quedó demostrado el sábado en Pueblo Esther, donde Juventud Unida hizo todo el gasto para bajar al único puntero de la divisional, Defensores Unidos, pero tuvo que conformarse con un amargo empate en dos tantos, al cumplirse la octava fecha de los partidos de vuelta de la Primera B de la Rosarina, que otorga dos ascensos.
La primera estapa fue toda de Juventud Unida, que creó varias situaciones pero por lo visto, los delanteros locales parecía ser que no estaban en su día.
Pero en el último minuto de la parte inicial, tras un centro ejecutado por Castricini, Julio Carrizo se anticipó a toda la defensa y con un terrible cabezazo abrió el marcador.
Hasta ahí, Defensores Unidos era una sombra de aquel equipo ordenado y compacto de las últimas presentaciones. Tan es así que no aparecieron los jugadores claves como Verón o Rojo, quienes son la usina de fútbol de los diablos rojos.
Pero en el segundo tiempo, el Defe salió en busca del empate y estuvo a punto de conseguirlo en dos oportunidades pero Arevalos les ahogó en sendas ocasiones el grito de gol.
A esta altura Juventud Unida jugaba de contra. Y merced a su oportunismo aumentó las cifra. Esta vez a través de Ismael Martinez, quien enloqueció a todo Pueblo Esther.
El rojo estaba para el cachetazo, los locales se floreaban y cada vez que contragolpeaban sus delanteros desperdiciaban las canches que generaban. Pero el partido dio un giro impresionate a partir del minuto 79, que fue cuando Ramón Verón, de tiro libre, dejó helada a la parcialidad local y dejaba un luz de esperanza para lograr la igualdad, que llegó sobre el final, y con un hombre menos, vía Héctor Rodriguez.
Juventud Unida quedó con toda la bronca y amargado por el empate. Y el rojo obtuvo un punto de oro cuando parecía que tenía todo perdido y pasó una prueba muy exigente.
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La Ciudad
