Un militante ejemplar. Estas palabras retornan una y otra vez a la hora de definir a Rubén Oscar Messiez, cuando sus familiares y compañeros lo evocan. El recuerdo se hace más insistente en estos días, cuando se cumplen veinticinco años de su desaparición a manos de un grupo de tareas del Ejército.
Messiez, conocido por el apodo de Tito, militaba en el Partido Comunista y desapareció en la mañana del 22 de agosto de 1977. "Había encargado un trabajo de imprenta en lo que era la copIstería La Manija, que estaba frente a la actual Facultad de Humanidades y Artes -dice Alicia Bernal, su hija-. Cuando fue a retirar el material, un sábado, le dicen que no lo tenían y que volviera el lunes, sobre el mediodía".
Al regresar al lugar, Messiez fue detenido por un grupo de tareas. "Estaban esperándolo adentro del negocio, eran varios hombres vestidos de civil. Luego nos enteramos que el viernes anterior el Ejército había ido a buscar a las dos dueñas de la copistería. Las llevaron al Comando del Segundo Cuerpo, donde las tuvieron dos horas y les dieron instrucciones sobre lo que debían decir a mi padre y tener el tiempo necesario para preparar el operativo".
Los familiares de Messiez comenzaron a hacer gestiones para ubicar su paradero. "A los pocos días, una mujer de la zona oeste le comenta a una compañera del partido que su novio cuidaba detenidos en una quinta de Granadero Baigorria y que habían llevado a un comunista que estaba aislado en un hueco y muy golpeado en la espalda. Después no quiso hablar más". A la luz de lo que luego se averiguó, se trataba de una descripción de La Calamita, campo clandestino de detención que funcionó en el edificio de una antigua bodega y del que hubo escasos sobrevivientes.
De ayer a hoy
En septiembre de 1977, tras denunciar la desaparición, Hugo Ojeda, dirigente del Partido Comunista, y el abogado Alberto Jaime se entrevistaron en el Comando del II Cuerpo de Ejército con el teniente coronel Julián Gazzari Barroso, sin obtener resultados. "Hablamos con las dueñas de la imprenta en ese momento y después en 1983. Lo único que hacían era llorar, sentirse muy culpables y decir que ellas no tenían anda que ver", recuerda Bernal.
Gazzari Barroso -uno de los tantos beneficiados por la obediencia debida sancionada por el gobierno de Raúl Alfonsín- fue citado a declarar en relación al caso en junio de 1984 por el Juzgado Federal número 3 pero no aportó ningún dato.
En cambio, el ex policía y agente de inteligencia Gustavo Bueno se refirió a Messiez en una extensa declaración que hizo ante el Centro de Estudios Legales y Sociales en 1984 (ver aparte) \La historia de Tito Messiez estuvo marcada por la militancia. "Yo lo conocí a Tito muchos años antes -dice Horacio Lucero-. No lo eligieron al azar. Tito era un imprescindible, uno de esos compañeros que estaban siempre. Conocía a todo el mundo. Por eso, muchos de nosotros, los que convivimos con él en el militancia, podemos estar ahora, porque él no habló".
En ese camino, Messiez debió enfrentar varias veces las persecuciones policiales. "En 1968 tuvo un intento de secuestro cuando estaba en Tucumán -cuenta Alicia Bernal-. Lo detuvieron en la calle y después de tenerlo cuatro días preso en una comisaria lo soltaron una madrugada. Tomó un colectivo y vio que lo venían siguiendo dos autos. Entonces hizo todo un recorrido de película para zafar hasta llegar a la casa de un abogado radical que él conocía y que le dio albergue".
El 8 de marzo de 1975 un grupo parapolicial intentó secuestrarlo de su casa. "Esa madrugada escuchamos golpes de armas en la puerta. Siempre decía «yo me escapo, no me agarran». Por eso calculamos que en La Manija no tuvo oportunidad; si hubiera habido un hueco de alguna forma salía. Esa vez nos bajamos con una sábanas atadas a lo largo de dos pisos, escapamos en camisón mi mamá y yo y él en ojotas".
"En nuestras propuestas de hoy -dice Jorge Testero, dirigente del Partido Comunista- tratamos de rescatar estas experiencias de los comunistas de base, comprometidos con la revolución y que siempre trabajaron para cambiar la sociedad, al margen de las posturas de las direcciones. Nuestro partido hizo una revisión de los errores políticos que se cometieron, pero rescatamos la historia de los militantes que lucharon por un cambio más allá de esos errores".
Para Testero, "hay que vincular esos ejemplos, como el de Tito, un militante de tiempo completo, que tuvo la dignidad de no entregar a sus compañeros y de sacrificar su vida, con la necesidad actual de una alternativa política, comprometida con un proyecto anticapitalista y socialista".
A su vez, Emilio Elisio, nieto de Messiez, sostiene que "hay que profundizar en el pensamiento político de los desaparecidos, sobre todo en los debates que se daban en esa generación y que muchas veces eran más complejos de lo que parecen. Del genocidio de la dictadura a las muertes por hambre y los asesinatos de hoy se sigue una continuidad entre el accionar represivo y también en la lucha del movimiento popular. Los jóvenes necesitamos rescatar esa experiencia de los luchadores del 70". Quizá porque, como decía el escritor Tilo Wenner (también desaparecido, en 1976) "la memoria es un arma para enfrentar la realidad".
O.A.