Año CXXXV
 Nº 49.588
Rosario,
domingo  01 de
septiembre de 2002
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Buenos Aires: Rumbo a la antigua Jerusalén
El parque temático Tierra Santa, en la Costanera Norte, recrea los más conocidos pasajes bíblicos

Lucas Vitantonio / La Capital

El pesebre animado más grande del mundo, la recreación de la Ultima Cena, una imagen de Cristo de 18 metros de altura que simboliza la Resurrección y una réplica del Muro de los Lamentos, entre otros atractivos, convierten al parque temático Tierra Santa, ubicado en la Costanera Norte de la ciudad de Buenos Aires, en una excelente oportunidad para viajar a través del tiempo, conocer la Jerusalén de hace 2.000 años y revivir los pasajes bíblicos.
La reproducción de la antigua Jerusalén es única en el mundo y desde que se abrió en 1999 fue visitada por más de dos millones de personas, que incluyen contingentes de escuelas y agrupaciones de jubilados de todo el país. Un dato curioso es que del total de asistentes un 40% son extranjeros.
El parque temático se extiende en un predio de 6 hectáreas, donde el visitante se sorprende por las réplicas exactas de 580 figuras bíblicas de tamaño natural, callecitas de arena bordeadas de palmeras y un pesebre con más de 200 figuras que recrean el nacimiento de Jesús.
El predio, donde se respeta a las distintas religiones, reproduce los escenarios principales del Evangelio y recrea las culturas y costumbres de un pueblo en el que convivieron judíos, cristianos, romanos y árabes. En el proyecto trabajan más de 200 personas, entre artistas, técnicos, ingenieros y arquitectos.

Paso a paso
Apenas se ingresa al parque, el visitante asiste a una escenificación que revive el nacimiento de Jesús en el pesebre. La función dura aproximadamente 8 minutos y está protagonizada por muñecos de tamaño natural. Un espectáculo de luces y sonidos acompaña el desarrollo de las acciones, que se realizan en un anfiteatro con capacidad para 200 personas.
Luego del nacimiento los turistas se encuentran frente a las puertas de Jerusalén. Allí los reciben los guías catequistas que se encargan de explicar las atracciones y los recorridos que respetan las distintas religiones. Hasta que al fin se levanta el portón de la antigua ciudad y todos comienzan a caminar por las estrechas calles de arena, con profunda emoción y sorpresa por la excelente escenografía.
El recorrido se puede hacer con la compañía de los guías o en forma individual. Si se elige la primera opción se transitan los distintos posicionamientos bíblicos, que abarcan el nacimiento y la niñez de Jesús. Luego se arriba al cenáculo, donde tiene lugar la Ultima Cena, revivida mediante una puesta en escena de 8 minutos, con muñecos en movimiento, en una sala con capacidad para 150 personas.
Más adelante, los guías proponen media hora de tiempo libre. Entonces es posible recorrer la calle de los artesanos y sentarse en alguno de los bares instalados en el predio para degustar delicias gastronómicas árabes y armenias.
El paseo continúa con el juicio a Jesús en la plaza central, y más tarde, los guías explican los detalles del Vía Crucis. Luego se asciende al monte Calvario donde tiene lugar la Crucifixión.
Acto seguido es tiempo de revivir la Creación, un espectáculo que muestra el Génesis (el origen de la vida) mediante la combinación de luces, sonidos, rayos láser, personajes de tamaño natural y animales.
Finalmente, llega el momento de la Resurrección, donde se eleva un Cristo de 18 metros, ante miradas fascinadas, aplausos y algunas lágrimas de emoción.
Otras atracciones del predio son la exhibición de una película de la historia de la humanidad, de 15 minutos de duración; un teatro de títeres para chicos; un espectáculo de malabaristas romanos; un show de danzas ucranianas, y la visita al Monasterio de los Franciscanos, donde se pueden revivir las costumbres de los custodios espirituales de Tierra Santa.
El viaje a través del tiempo invita a descubrir un oasis de paz, magia y encuentro de culturas. Claro que no se puede abandonar el lugar sin apoyar la palma de la mano en la réplica del imponente Muro de los Lamentos, donde se recomienda escribir algún deseo y depositarlo en la emblemática pared. Luego, quizá el destino cumpla el pedido. Es una cuestión de fe.



Muestras de fe en la réplica del Muro de los Lamentos.
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