Año CXXXV
 Nº 49.588
Rosario,
domingo  01 de
septiembre de 2002
Min 3º
Máx 13º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Newell's-Central
Que sea el partido de la ciudad y no de unos pocos
El último clásico en el Coloso fue ejemplo de todo lo que no debe hacerse

No harán falta cuatro, cinco o veinte cacheos para los hinchas de siempre, los que pagan su entrada, los que alientan al equipo de corazón y van a la cancha como seres pasionales, pero ante todo, racionales. Este clásico parece cargar con menos dramatismo que los anteriores. Se palpó durante toda la semana, pero sin embargo hay varios detalles que no se pueden pasar por alto. El recuerdo cercano de lo que pasó en el último Newell's-Central en el Coloso y la tristemente revitalizada presencia de un sector de la barra brava auriazul, enconada rival de otro grupo más numeroso, pone un alerta sobre los responsables de prevenir incidentes.
Demasiadas cosas graves pasaron aquel 11 de noviembre del año pasado como para no tenerlas hoy en cuenta. Una persona, un cabo de policía, pudo morir. Pudo ser un jugador, el árbitro o algún periodista porque tiraron al bulto. Fue un atentado, criminal, y aunque el autor de los disparos desde la tribuna de Central quedó detenido no desentrañó la compleja trama de impunidad y complicidades que hoy sigue vigente, y que permiten el accionar de esa minoría que habitualmente pudre el espectáculo de la mayoría.
En aquel clásico también hubo exhaustivos cacheos como el que habrá hoy (cuatro). Se tomaron precauciones como las de no dejar entrar radios ni llaveros grandes, ni pirotecnia, ni botellas, ni banderas que excedan el 2 x 1. Las mujeres tampoco quedaron exentas. Sin embargo, un arma entró, fue disparada y fueron numerosas las voces que advirtieron que la barra brava de los pillines ingresó en su mayoría sin ser requisada.
Se habló de la supuesta relación entre el encargado de la seguridad de la puerta 8 (de la hinchada visitante) y el jefe de ese grupo de barras. Luego del disparo se habló de que revisarían las imágenes de las cámaras de circuito cerrado que posee el estadio (instaladas para tal fin), pero no las hubo porque no funcionaron ese día. De una cosa y otra nadie se hizo cargo, como tampoco de que no haya habido ambulancias ese día y al cabo Juárez lo tuvieron que trasladar en otro vehículo. Pese a todo, el jefe del operativo había dicho que fue un éxito.
No se trata de remover las heridas, sí de que sirva de advertencia para que no vuelva a ocurrir. Más cuando hay indicios de que casi mil pillines irán a la cancha del parque Independencia y que sus encarnizados rivales, los chaperitos, volvieron al ruedo con ganas de ser otra vez tristemente protagonistas. Más cuando hubo un sugestivo robo hace pocos días donde está instalado el circuito de TV del Coloso.
Newell's informó que repuso lo robado y dañado. Los que conocen el movimiento de las barras, afirman que los chaperitos no irían a la cancha, por más que el jueves aparecieron con una batucada en Palos Verdes, ya que habría un pacto de "no encuentro". También sería otro el encargado de la famosa puerta 8, que aplicaría más rigor en la función de prevención.
De que todo ello sea cierto depende en gran parte que la fiesta de la ciudad se viva como tal. El clásico pasado en el Coloso fue un claro ejemplo de todo lo que no debe hacerse. Que no se repita.



Ampliar Foto
Notas relacionadas
Operativo con casi mil agentes
Venta de 90 entradas en la ciudad deportiva
Diario La Capital todos los derechos reservados