Año CXXXV
 Nº 49.588
Rosario,
domingo  01 de
septiembre de 2002
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¿En qué andan?
Benedicto Mattía de anti-travestis a la causa belgraniana
El comisario retirado también toca el clarinete

Diego Veiga / La Capital

Benedicto Mattía fue durante casi dos años el jefe de la policía rosarina. Su carrera terminó abruptamente en noviembre de 1998, cuando un grupo de travestis denunció que efectivos a su cargo le habrían pedido coimas para dejarlos trabajar en las calles. La respuesta del por entonces comisario mayor fue contundente: los calificó de "mascaritas sidóticas" y hasta ideó un lugar llamado "Samanthocópolis" en el que, a su juicio, debían convivir "drogadictos, travestis, policías corruptos, malos periodistas y malos gobernantes". Las declaraciones le costaron el puesto. Pasó a retiro y un año más tarde reapareció en los medios con aspiraciones políticas. Hoy, Mattía trabaja como abogado junto a su esposa, preside la Asociación Belgraniana y en los ratos libres toca el clarinete. No se arrepiente de lo que dijo y asegura que tiene más de 50 casetes con mensajes de la gente apoyándolo. "Hubo personas que tomaron mi actitud como una defensa de principios", subraya.
Sobre su escritorio tiene una vieja máquina de escribir que lo acompaña desde sus primeros años de policía. "No hay como esta", dice mientras le da palmadas y recuerda que la compró en 1976 y lo acompañó por todas las comisarías a las que fue destinado.
Tiene 51 años y hace cuatro que se retiró de la función policial. Pese a que es abogado y ejerce esa profesión, asegura seguir sintiéndose un policía. "Yo sigo pensando, caminando y sintiendo como un policía. Es como ser cura, hay que tener una gran vocación de servicio", admite.
No se arrepiente "en absoluto" de haber tildado de "mascaritas sidóticas" a los travestis que hace cuatro años denunciaron supuestos pedidos de coimas por parte de uniformados. "No pretendí ofenderlos en su condición humana, pero sinceramente, es gente que me da lástima. Realmente son una mascarita y detrás de esa máscara hay seguramente un gran dolor, porque esa gente no se integra de ninguna manera a la sociedad", opina.
A renglón seguido, vuelve a reivindicar su idea de crear una ciudad virtual en la que convivan travestis, drogadictos y policías corruptos. "Creo en esa idea más que antes. Es más, hay que agarrar a todos los que la gente pide que se vayan y meterlos en Samanthocópolis. Allí sí estarán autorizados a corromperse", dispara.
Dice tener "más de 50 casetes" con mensajes de gente que lo apoyó en el momento de enfrentarse a los travestis. "La sociedad perdió valores pero hubo gran cantidad de personas que tomaron mi actitud como una defensa de principios", indica.
"Yo lo único que hice fue hacer cumplir la ley. No había ningún arreglo espúreo. Una persona puede ser travesti en su casa y vestirse de mujer cuando tenga ganas, pero no puede ejercer la prostitución", remarca.

"No me echó nadie"
Mattía asegura que luego de sus polémicas declaraciones contra los travestis "nadie" lo echó de la policía rosarina. "Yo no había cometido ningún delito", asegura, al tiempo que recuerda que en ese momento le propusieron ser trasladado a Santa Fe. "Si lo aceptaba, perdía el mando de los casi tres mil hombres de Rosario, por lo que también perdía mi razón de ser. Es por eso que opté por irme", recuerda.
Lo cierto es que un año después reapareció con intenciones de postularse a intendente. "Yo no decidí lanzarme, me vinieron a buscar", aclara. Pero ese sueño quedó en el camino. Mattía optó por compartir más tiempo con su familia y la carrera política se detuvo justo cuando comenzaba. Hoy se sale de la vaina por volver a postularse. "Tengo muchísimas ganas", admite, pero aclara que también tiene deseos de compartir más tiempo con los suyos.
Está convencido de que "la solución en este país llegará cuando todo el mundo respete la ley" y se enoja al remarcar que "los políticos sólo piensan en ellos y se olvidan de la gente".
A su entender, "Rosario tendría que tener cuatro concejales, uno por zona geográfica".
Y en cuanto a la seguridad, dice que "los operativos conjuntos con Gendarmería y Prefectura bajan la sensación de inseguridad pero no atacan el problema de fondo". Se manifiesta "en contra" de la mano dura y brega por una "profesionalización" de la policía. La imagina con ocho unidades regionales en lugar de 19 y con comisarios mayores con títulos universitarios.
Mientras tanto, quema su tiempo libre tocando el clarinete y preside la Asociación Belgraniana. "Es el honor más grande que tuve", admite, al tiempo que aclara: "Si alguna vez aparece un dirigente con el 10por ciento de los principios que tenía Manuel Belgrano, ese día comenzaremos a salir de la crisis".



Mattía fue jefe de la Unidad Regional II de la policía. (Foto: Daniel Carrizo)
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