Año CXXXV
 Nº 49.588
Rosario,
domingo  01 de
septiembre de 2002
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Junto al Ballet del Mercosur, actuará el martes próximo en Rosario
Maximiliano Guerra: "La solidaridad nos revela cómo somos"
El bailarín dijo que la ayuda satisface al que la ofrece y resuelve algunos problemas sociales

Marcelo Menichetti / La Capital

Maximiliano Guerra y el Ballet del Mercosur se presentarán el próximo martes, a las 21, en el Auditorio Fundación Héctor I. Astengo, Mitre 754. El bailarín argentino, quien actualmente vive en Italia, protagonizará la decimoprimera función de abono del Mozarteum Argentino Filial Rosario.
Desde su flamante estudio enclavado en el barrio del Abasto, en Buenos Aires, el artista radicado en Milán dialogó con Escenario en un alto en los ensayos del espectáculo que ofrecerá en Rosario. "Vivo en Italia porque tengo un contrato con el teatro de La Scala desde hace 10 años", contó. Sin embargo su protagonismo en el gran mundo de la danza no le impide ver lo que sucede en la Argentina ni le ata las manos: "Me da mucha rabia que hayamos permitido todos que el país esté como está. Por otro lado, también me dan muchas ganas de volver y ver qué podemos hacer por el futuro, cómo nos podemos apoyar y poner todos la espalda para crear una Argentina nueva", dijo.
-¿Por qué construyó el estudio en su barrio natal?
-Abrimos un centro cultural hace un mes en un espacio donde anteriormente estaba Silvana Cardell. El lugar ya estaba hecho, entonces lo tomamos como base del Ballet del Mercosur. Además, el centro cultural es una cosa que hacía tiempo que quería hacer. Pero fue casual que ese lugar estuviera en el barrio.
-Es conocida su pasión por el fútbol y su paso por las inferiores de River, ¿qué dijeron los amigos de la barra futbolera cuando anunció que en lugar de lucir la banda roja se iba a bailar clásico al Colón?
-(Risas) Esa es una pregunta que se hace mucha gente. . . (risas). Jugué en las infantiles de River, pero siendo muy chiquito, y los chicos no tienen tantos prejuicios a esa edad. No entendían bien de qué se trataba, pero tampoco era una cosa que estuviera prohibida, ni nada de eso.
-¿Lo siguieron tratando como uno más de la barra?
-Sí, porque seguí jungando con ellos hasta los 15 ó 16 años. Seguimos saliendo juntos con las chicas del barrio. No había cambiado nada, sólo que yo hacía una actividad distinta, como otros iban a pintura, no sé.
-¿Qué siente cada vez que regresa a esta caótica Argentina?
-Mirá, tengo sentimientos contradictorios, quizás como los de todos los argentinos. Me da mucha bronca que el país esté así, me da mucha rabia que hayamos permitido que el país esté así. Todos nosotros somos responsables de esto. Por otro lado también me dan muchas ganas de volver y ver qué podemos hacer por el futuro, cómo nos podemos apoyar y poner todos la espalda para crear una Argentina nueva, ¿no?.
-Usted participa en distintas campañas solidarias, ¿cree que el problema argentino se soluciona solamente con buena voluntad?
-El problema de fondo no es ser solidario o no. Los problemas de fondo son otros: una cultura, una idiosincrasia y una educación que están faltando. Faltan las responsabilidades de los directivos, de quien dirige el país y demás. Las responsabilidades verdaderas, ¿no? O sea, hay que empezar a pensar por el país y dejar de pensar en el bolsillo propio. Pero la solidaridad tiene que existir, porque es una cosa que no sólo hace bien al que la hace sino que estás ayudando a mucha gente que seguramente está marginada por muchos motivos: por la falta de cariño, por el abandono de la familia, porque tiene problemas físicos o mentales, o son niños o son ancianos. Creo que desde ese punto, no es que nos mejora, pero nos revela cómo somos los seres humanos, que somos todos hermanos y parte de una sociedad. Por otro lado, si dejásemos de practicar la solidaridad sería mucho más complicado todo.
-En los últimos veinte años la gente elige a sus gobernantes, ¿a qué atribuye los males argentinos?
-La pregunta es ¿a qué atribuyo la equivocación del pueblo argentino?
-Sí, eso es lo que le pregunto.
-¡Qué se yo! No sé. Yo no soy un estudioso en la materia. Te puedo decir cuáles son mis sentimientos respecto de eso. Creo que el pueblo argentino todavía no abrió los ojos, no se dio cuenta que realmente estamos en el fondo y que no tenemos que permitirles más a los que nos mienten que nos sigan mintiendo, no permitirles más a los corruptos que sigan cobrando lo que cobran. Pero tenemos que hacer algo. Parar esta vorágine de que todo se vaya por el inodoro. El argentino primero que nada tiene una pequeña desventaja con respecto a otros pueblos y es que por ahí no le gusta tanto trabajar, le gusta más la cosa fácil, porque acá siempre fue más fácil. Pero yo no concibo que en la Argentina haya gente que se está muriendo de hambre con la potencialidad que tiene la tierra, con la cantidad de vacas que tenemos. Por eso te hablaba antes de una cuestión cultural y de educación. Si nosotros empezamos a reeducar a la gente y a demostrar que todo se puede hacer desde nuestro país, seguramente va a cambiar todo, pero para eso necesitamos gente en la dirigencia que tenga esta misma idea y que lleve al pueblo a eso.
-¿Por qué vive en Italia?
-Vivo en Italia porque tengo un contrato con el teatro de La Scala desde hace 10 años; vivo en Italia porque me queda muy cómodo. Mi carrera desde hace muchos años me llevó para Europa y se desarrolla la mayor parte allá, por lo tanto me queda cómodo porque es un lugar muy céntrico, donde uno puede sentirse un poquito más cerca las raíces.
-Hay quien dice que los artistas de los géneros denominados clásicos necesitan aislarse de lo cotidiano para crear, ¿eso es verdad o sólo se trata de una pose de algunos artistas?
-Depende de qué artista y depende qué signifique para ese artista “aislarse”. Cuando uno está creando , seguramente se tiene que aislar en su mundo en el presiso momento en que está creando: si está escribiendo, si está pintando, si está haciendo una coreografía y si está bailando. Después, en todas las horas del resto del día, tenés que saber vivir, tenés que volver a ser el ser humano sensible y cotidiano, que sale a hacer las compras, a sacar la basura o que tiene que limpiar la casa. Creo que esa realidad de caminar por las baldosas y al lado de uno que tiene más y otro que tiene menos te hace sentir humano y te hace crecer.
-¿Qué es la danza para usted? ¿Tiene una definición?
-Sí. Para mí la danza es libertad.
-¿Y la familia?
-La familia es la pasión de vivir en libertad creando un futuro.
-¿Está hecho, económicamente hablando?
-Económicamente estoy hecho. Estoy cómodo.
-¿Hasta cuándo piensa bailar?
-Hasta que me dé cuenta que no doy el cien por ciento, como me gusta a mí, con todo el cuerpo y el alma.
-Eduardo Galeano dice que las utopías son como el horizonte: uno da un paso y el horizonte se aleja un paso, pero eso sirve para caminar. ¿Cuál es su utopía?
-Mi utopía es más que nada humana: tratar de hacer un mundo mejor para que mi hija lo disfrute más que nosotros y tenga menos problemas.
-¿Piensa que verá ese mundo mejor?
-No sé si lo voy a ver. Pero no lo hago para verlo; lo hago para mi hija.



Guerra aseguró que bailará mientras el cuerpo aguante. (Foto: Julio Menajovsky)
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