Año CXXXV
 Nº 49.588
Rosario,
domingo  01 de
septiembre de 2002
Min 3º
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El cazador oculto: Un nuevo género en la TV

Ricardo Luque / La Capital

Por las tardes, la televisión es un barco a la deriva donde un puñado de personajes bizarros, que se enorgullecen de ser "los mediáticos", navegan en un mar de aguas turbulentas sin otra brújula que una planilla de mediciones de audiencia. Su deriva sigue el rumbo que señala un capitán más preocupado por no hundirse que por llegar a buen puerto. Porque a los productores de televisión hace tiempo ya que no les interesa nada más que "los números". Y no es extraño que sea así, porque la supervivencia de un programa en la pantalla depende pura y exclusivamente de su rendimiento económico y, como es bien sabido, la producción publicitaria, única fuente de ingresos de la televisión abierta, no existe sin la bendición del rating. Para que se entienda: a nadie en su sano juicio se le ocurriría que Guido Süller, Jacobo Winograd o Flavia Miller podrían convertirse en estrellas de televisión, y en su escala, sin dudas, lo son. No son comparables con grandes como Marcelo Tinelli, Susana Giménez, Mirtha Legrand y Moria Casán, pero igual que ellos el único mérito por el que se mantienen en el aire es la atracción que ejercen sobre el público. Lo curioso es que, sin quererlo, han parido un nuevo género televisivo, difícil de definir y curiosamente exitoso. Se trata de una derivación de la ficción, sí, aunque usted no lo crea, los programas que nacieron como periodísticos degeneraron en un montaje escénico que, si su metamorfosis sigue su curso, pronto no tendrán nada que envidiarle a las producciones de Adrián Suar. Porque está claro que las historias que viven en "Zap", el rey del nuevo género, Guido, Jacobo, Paulina y el Laucha no son reales ni mucho menos. Pese al estéril esfuerzo actoral de sus protagonistas, las historias que viven no las cree nadie y así y todo se consumen. Igual que las telenovelas, que cuentan historias inverosímiles, sufren actuaciones pobres y, sin embargo, son seguidas con una pasión casi religiosa por los telespectadores. Cosas de la televisión. O mejor, cosas de la devaluación.


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