La crisis presupuestaria y el avance de la ola privatista no frenó a los investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) que obtuvieron una variedad adaptada a las condiciones locales de Eda-mamé, un tipo especial de soja utilizada para consumo humano como grano fresco en Oriente.
La Secretaría de Agricultura aprobó recientemente la inscripción en el Registro Nacional de Cultivares de la primera variedad argentina de Agata, la primera variedad argentina de este tipo de soja.
El proyecto nació hace varios años ante la posibilidad de abastecer un mercado muy grande y de alto valor en Asia, donde el consumo de Eda-mamé es tradicional, tanto comercializado en forma de vainas como de poroto. Incluso hubo empresas rosarinas que en su momento se mostraron interesadas en explotar este nicho de mercado pero se encontraban con la barrera que significaba que los cultivares que se habían introducido desde Taiwán no se adaptaban a las condiciones de cultivo local.
Ahora, la oportunidad de este cultivo no sólo está en el exterior sino en el mercado interno, donde el consumo de soja está creciendo. El secreto es que esta soja tiene mejor gusto que la convencional. En el sudeste asiático es muy utilizada como snack.
El extraño nombre Eda-mamé deriva de Edo, denominación imperial de Tokio, y de mamé, poroto. Se trata de un cultivo que se cosecha verde, cuando sus granos alcanzan el máximo tamaño dentro de los frutos, que deben superar los cinco centímetros de largo y presentar un ancho mayor a 1,3 centímetros. El peso seco de 100 semillas debe superar los 30 gramos.
Las vainas y porotos deben ser de color verde brillante y estar libres de daño por enfermedades y/o insectos. Su producción es con tecnología extensiva, pudiéndose cosechar manual o mecánicamente "Tiene características organolépticas y de calidad alimenticia particulares y no es transgénica", señaló Raquel Benavídez, integrante de la cátedra de Mejoramiento Vegetal de la Facultad de Ciencias Agrarias, y una de las autoras del proyecto junto con Carlos Gosparini y Eligio Morandi, de la cátedra de Fisiología Vegetal de la misma facultad.
Esta soja presenta mejor palatabilidad, es visualmente muy atractiva y no resulta astringente al paladar. Su sabor es dulce, debido al mayor contenido de sacarosa y aminoácidos esenciales. También posee elevada concentración de isoflavonas y tocoferoles que la hacen adecuada para la prevención de algunas enfermedades. Si bien existe controversia, algunos estudios señalan su importancia para reducir riesgos de ciertos cánceres, así como contra los calores menopáusicos.
La liberación de Agata permitirá disponer de una clase diferente de soja de elevado valor nutricional, alta palatabilidad y digestibilidad, y con propiedades terapéuticas.
Se adapta perfectamente al esquema de cadena agroalimentaria ya que integra la producción, el procesamiento y la demanda. "Exige determinar bien el momento de cosecha porque se cosecha verde y si se pasa o se adelanta, los mercados no la aceptan", señaló Benavídez. Por lo demás, su manejo no es muy distinto que el de la soja convencional.
Su producción con continuidad y volumen podría incrementar la rentabilidad de los sistemas productivos de la región y generar valor agregado a las exportaciones. Ello requiere un proyecto que se involucren productores y procesadores. Con la inscripción del cultivar, la Facultad de Ciencias Agrarias subsanó la limitante que implicaba no tener materiales adaptados a las condiciones locales.
Ahora será el turno de interesar al sector privado para explotar la potencialidad del negocio.
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La Ciudad
