Año CXXXV
 Nº 49.584
Rosario,
miércoles  28 de
agosto de 2002
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Ramallo, el juicio. Una figura acusada una y otra vez
El oficial gordo y con bigotes volvió a aparecer en el tribunal
Tres imputados coincidían al describir al investigador que los presionaba. Y ayer se les sumó un testigo

María Laura Cicerchia - Sergio M. Naymark / La Capital

"En la Prefectura fui maltratado. Un señor gordo, de bigotes, me pedía que dijera todo lo que pasó en esa casa (la del policía imputado Aldo Cabral). Después fueron a mi casa y me dijeron declará bien, fijate lo que decís y otras cositas". El testimonio lo brindó Sergio Raúl Romero, quien ayer declaró como testigo en el marco de una nueva audiencia del juicio oral y público por el copamiento al Banco Nación de Villa Ramallo. Así, el hombre "gordo, de bigotes" al que se acusa de maltratos volvió a la escena una vez más. Se trata del oficial José Luis Pérez, el mismo a quien tres de los imputados acusaron como autor de los apremios psicológicos que sufrieron durante su detención en Prefectura Naval.
Ya al inicio del juicio, los imputados Jorge Aguilar y Angélica Vilches habían denunciado esos apremios de parte de un oficial "morocho, de barba, bigotes y pelo largo" para que se autoincriminaran.
Quince días después, cuando ingresó a la sala un testigo con idénticos rasgos a los descriptos por los acusados -el oficial Pérez- ambos lo señalaron como el autor de esos tormentos. También lo hizo el albañil Oscar Mendoza, quien entonces dijo que sus declaraciones ante la instrucción de la causa habían sido por las amenazas de este hombre.
Así, ayer y por primera vez, a los dichos de los acusados se sumó la denuncia de un testigo contra un miembro de Prefectura al que no identificó por nombre y apellido pero que por sus coincidentes características no sería otro que Pérez.
Romero había sido sindicado por Cabral -policía imputado de proveer un handy y el plano del banco- como el hombre que custodiaba su vivienda de San Nicolás cuando él permanecía en Villa Ramallo, en la casa de su segunda esposa. Su testimonio era relevante porque una de las pruebas en contra del policía es una llamada realizada desde su teléfono fijo al imputado Norberto Céspedes (acusado de poner a disposición de la banda un auto robado), a quien el cabo dijo desconocer. En su indagatoria, Cabral sugirió que Romero podría haber sido el autor de ese llamado.
Sin embargo, Romero negó haber usado el teléfono de Cabral y dijo algo más: que los hermanos del policía lo "visitaron para que dijera la verdad". Acto seguido, Cabral pidió la palabra y aclaró: "le pedí a mi hermano Sergio que hablara con Romero pero yo no apreté ni mandé a apretar a nadie". Fue un pedido "para que declarara la verdad, porque existieron muchas presiones". Tras un careo con el policía, el tribunal resolvió solicitar al juez de Instrucción de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzo, medidas de protección para Romero.
Otro testimonio saliente fue el de la primera esposa de Aldo Cabral, la promotora de ventas Gladys Bordenave. La mujer, lejos de los rencores que podrían haber quedado tras su separación, dijo que un supuesto plano del banco hallado en su vivienda -otra de las pruebas contra Cabral- sería en realidad un croquis de la casa que hasta mayo de 1999 compartió con su ex esposo. "Por las divisiones que se ven parece mi casa", razonó cuando le exhibieron el croquis.

De procedimientos y abogados
En otro momento de la jornada declaró la hermana del imputado Jorge Aguilar, quien volvió a hablar de las presiones recibidas por su hermano durante la detención en Prefectura y puso en duda el accionar profesional de Juan Luciano, defensor del acusado Carlos Martínez, tal como lo había hecho hace dos años en la Defensoría Pública de San Nicolás mediante una denuncia que fue desestimada.
Llorando, Miriam Aguilar dijo que cuando pudo ver por primera vez a su familiar, tras ser apresado, "dijo que lo habían presionado mucho para que se haga cargo del trotyl. Cuando estábamos bajo la mirada de los agentes de Prefectura lloraba y me decía que era culpable, pero cuando la guardia se iba me decía que era inocente, que no tenía nada que ver con ésto".
Al hacer un perfil de su hermano, Miriam dijo que "Jorge mantenía la casa con su trabajo de electricista desde que mi padre nos abandonó. El trabajaba y de eso vivíamos mi mamá, mi otra hermana y mi hijo". Asimismo, dijo que se enteró de que Jorge (quien lloraba al oir a su hermana) iba a ser detenido una semana antes de que ello ocurriera: "Le dejaron debajo de la puerta de casa una nota que lo vinculaba a la banda y le anunciaba la detención".
En relación a la actuación de Luciano, la joven expresó que el profesional la citó a su estudio para Semana Santa de 2000 para asesorarla en torno a la defensa de Jorge y después de que en Prefectura le dijeran que su hermano debería "cambiar de abogado". Por entonces la defensa estaba a cargo de un tal Hernández, de quien "me dijeron era alcahuete del juez (federal Carlos) Villafuerte Ruzo".
Luciano "dijo que mi hermano tenía que cambiar su declaración inicial y decir la verdad porque sino se iba a comer no menos de 17 años (en prisión) y que él a (el imputado Carlos) Martínez lo sacaba en cinco". Además, la joven ratificó lo dicho durante la instrucción por un primo suyo que la acompañó a la cita con el abogado.
Ese testigo, Carlos Maldonado (actualmente residente en Jujuy) expresó por aquel entonces que Luciano les explicó que Jorge Aguilar "con esa declaración entra al penal como buchón, por lo que allá lo están esperando con los brazos abiertos", en lo que la mujer entendió como una amenaza hacia su hermano.



Romero puso nuevamente en foco a José Luis Pérez.
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