Algunos síntomas avisan la presencia o proximidad de un ataque cardíaco. Así es como frente al dolor de pecho o la sensación de angustia, la mayoría se asusta y llama rápidamente a un servicio de emergencias. No siempre ocurre lo mismo con las "señales" del accidente cerebrovascular (ACV), enfermedad que afecta los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro. Sin embargo, en éste último, la efectividad del tratamiento depende del tiempo que media entre su aparición y el traslado a un centro especializado.
Para el cardiólogo, Alberto Davidovich, miembro del Comité de Emergencias Cardiovasculares de la Sociedad de Cardiología de Rosario, el paciente no siempre llama inmediatamente al servicio de emergencias porque desconoce los síntomas o los subestima pensando que son una dolencia pasajera. Dicho Comité de Emergencias Cardiovasculares se encuentra abocado a la confección de guías de tratamiento prehospitalario de estos cuadros, destinadas a médicos emergencistas de nuestra ciudad.
Las señales que indican la aparición de un cuadro de accidente cerebrovascular o "ataque cerebral" suelen ser de instalación repentina e incluyen signos de déficit progresivo dentro de las primeras veinticuatro horas. Estos son: debilidad o adormecimiento repentino de la cara, brazo o pierna (usualmente de un lado del cuerpo); dificultad brusca para hablar; episodio de pérdida de la visión, visión doble, incordinación y pérdida del equilibrio; pérdida de la estabilidad; o la combinación de algunos de los mencionados.
El tiempo transcurrido desde la aparición de los síntomas hasta el comienzo del tratamiento se denomina "ventana terapéutica". Al respecto Davidovich aclaró éste "es el período que se tiene para tratar exitosamente el cuadro". Y agregó que cuando el paciente requiere una terapia con drogas trombolíticas "son tres horas", lapso durante el cual se obtienen los mejores resultados.
Según el especialista, ante la presencia de alguno de los síntomas mencionados, "se debe llamar sin demoras al servicio de emergencias", quien luego derivará al centro asistencial especializado, donde se realizarán los estudios correspondientes para saber qué tratamiento aplicar en cada caso.
"El diagnóstico determinará de qué tipo de accidente cerebrovascular se trata. Puede ser de origen isquémico, por insuficiente irrigación sanguínea debido a trombosis, embolias y vasoespasmos, o hemorragias por crisis hipertensivas, ruptura de angiomas o aneurismas. Los isquémicos son aproximadamente el 85% y los hemorrágicos el 15%", explicó el profesional.
Durante el tiempo de instalación de los síntomas, consulta y diagnóstico cada minuto que se pierde disminuye la posibilidad de recuperación y aumenta el riesgo de fallecimiento, enfatiza Davidovich. "No en vano es la tercera causa de muerte y la primera de discapacidad severa del adulto. Por eso decimos que cada minuto vale oro", subraya.
Menos secuelas
El ACV ocurre cuando se rompen o ocluyen los vasos sanguíneos que conducen oxígeno y nutrientes al cerebro. Esto lleva a que un sector del cerebro no reciba sangre y las células no puedan funcionar y mueran en minutos. Cuando las células dejan de funcionar, afectan el sector del cuerpo que ellas controlan.
Cada gramo de masa encefálica sin irrigación que es tratada a tiempo, deja menos secuelas. De la misma forma ocurre con cada gramo del músculo cardíaco, en el caso de la enfermedad coronaria.