| | Editorial Sugestión y malentendido
| La situación de inseguridad imperante en la provincia de Buenos Aires desde hace largos meses y agudizada en las últimas semanas ha desatado un estado de verdadera sugestión en la población. Y no solamente en esa provincia sino en la mayoría de los conglomerados urbanos del país, tal vez, en parte, por la enorme influencia de los medios televisivos instalados en Capital Federal. Rosario, desde luego, no está ajena a este clima, y una demostración de ello es una serie de episodios confusos acontecidos en el último mes que obligaron a una investigación policial y que terminaron siendo malentendidos. El caso paradigmático fue el de un inspector de ómnibus que ayudó a un pequeño a cruzar la transitada calle Paraguay al 1100, pero se sospechó que intentaba un secuestro, por lo cual fue acusado de tentativa de privación ilegítima de la libertad, detenido cuando llevaba a su esposa al colegio, sufrió dos días de cárcel y, aunque quedó libre, la causa todavía sigue y deberá resolverla el juzgado a cargo. Una combinación de hechos azarosos y malinterpretados hizo que un gesto solidario terminara recibiendo una condena. Aunque quizás lo más lamentable de todos estos episodios tenga que ver con la incidencia que lo mismos tengan en la futura conducta ciudadana. Es decir que ante una circunstancia de características similares el ciudadano no intente realizar ninguna acción, en una u otra dirección, habida cuenta de las consecuencias que le puede deparar. En este contexto, es importante tener presente dos cuestiones: en lo que va del año no ha existido un solo caso de secuestro extorsivo en el departamento Rosario, según informaron fuentes policiales; por lo cual no hay motivo que sostenga la sugestión de la población, aunque esto no implica que no puedan acontecer. Por ello, y en segundo término, es imprescindible que se mantenga la atención sobre lo que ocurra en la vía pública, más allá de la imprescindible tarea que realizan las fuerzas de seguridad, porque gracias a la colaboración de la gente pueden llegar a evitarse hechos delictivos. De igual modo, no se debe perder la actitud solidaria, fundamentalmente con los menores, ancianos y discapacitados, cuando se hallen en una situación de peligro; porque pueden ser fácilmente vulnerables. Claro que hay que ser cautos y precisos a la hora de aportar datos, para que no se vuelvan a repetir lamentables confusiones.
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