Las ventas de autos 0 km siguen alicaídas, no obstante continúa siendo un bien deseado, sea por gusto o para sacar dinero inmovilizado en el corralito o en Boden o Cedros. Pero, en la coyuntura actual la decisión sobre qué modelo elegir pasa más por resolver adecuadamente una ecuación económica que por las preferencias estéticas o de confort. En ese sentido, desde el fin de la convertibilidad a esta parte, la evolución de los precios de los combustibles hizo que éste se convirtiera en un factor decisivo.
Tradicionalmente, el mayor precio de una unidad con motor diesel respecto de un naftero se compensaba con el menor costo del gasoil. En tanto, la mayor inversión de convertir un naftero a GNC se compensaba en períodos similares a un diesel.
Desde enero hasta la actualidad, el precio de la nafta se duplicó y el del gasoil se triplicó. El gas también aumento por una suba de impuestos y en algunas estaciones de servicio locales, pero igual está rezagado, alterando sensiblemente los plazos de amortización. Claro que estos plazos están medidos en km recorridos, que en tiempo significará más o menos según el uso que se le dé al vehículo.
Para saber cuál es la elección más conveniente se debe analizar en primer lugar el kilometraje que recorre cada usuario anualmente. Un vehículo particular camina en promedio unos 30 mil km al año, aunque quien lo use para pasear los fines de semana pueda andar no más de mil al mes. Distinto es el caso de un vehículo para trabajar que puede llegar tranquilamente a los 10 mil al mes, como lo puede hacer un taxi.
Actualmente, un auto 0 km naftero es el más barato, agregándole una suma de alrededor de 2.500 pesos se lo puede convertir a GNC, mientras que el diesel sigue siendo la opción más cara. A su vez, hay marcas que ofrecen vehículos con equipos de GNC de fábrica que resultan más baratos que comprar un naftero y convertirlo.
Entonces, la decisión -en lo estrictamente económico- pasa por saber el tiempo de amortización de cada tipo de vehículo. Por ejemplo, un Renault Megane o un Ford Escort en versiones diesel compensan la diferencia de precios con el mismo modelo naftero entre los 110 y 120 mil km.
Elegir el GNC significa invertir más que en el naftero porque se le debe agregar el equipo. Para estos dos modelos, el período de amortización es de 22 mil km, una cifra pequeña para un uso profesional, pero recuperable en alrededor de dos años para un uso particular de 1.000 km al mes.
Decidiendo la inversión
Una vez elegido el modelo que se va a comprar, la decisión del combustible pasa por hacer unos cálculos como en el siguiente ejemplo: un Renault Megane tiene por precios 38.700 pesos (naftero), 41.200 (naftero con GNC), y 46.300 (diesel), todos con el mismo nivel de equipamiento. Los consumos de cada uno cada 100 km son 8 litros de nafta, 6 litros de gasoil y 7 m3 de gas, respectivamente. Considerando los precios de cada combustible de 1,75 peso (nafta), 1,28 (gasoil), y 0,365 (GNC); el gasto cada 100 km será 14 pesos de nafta, 7,68 de gasoil y 2,55 de gas.
El modelo diesel es 7.600 pesos más caro que el naftero, pero ahorra 6,32 pesos cada 100 km. La diferencia de precios se recuperará en 120.253 km que resulta de dividir los 7.600 por los 6,32 y multiplicar por 100.
En el caso de un naftero con o sin GNC, la diferencia es el precio del equipo de gas que cuesta unos 2.500 pesos, pero se ahorran 11,45 pesos cada 100 km. La diferencia se recuperará en 21.834 km, que resultan de dividir 2.500 por 11,45 y multiplicar por 100.
El mercado de autos, a pesar de estar achicado, se mueve constantemente en cuestiones de precios y promociones. Por ejemplo, el Fiat Siena naftero cuesta 30 mil pesos, pero con sólo mil pesos más se puede llevar el que viene con equipo de GNC de fábrica, lo que permite amortizar la diferencia en sólo 9 mil km, y después seguir haciendo un ahorro neto positivo.
En el mercado actual hay sobre todo movimiento de precios y todas las variables cambian de un día a otro. Hoy, la opción más rendidora es el gas, y bien lo pueden confirmar todos los taxistas que tienen autos gasoleros, pero nadie puede garantizar que las relaciones actuales de los precios de los combustibles se mantengan inalterables. Hoy, más que nunca, comprar un auto es una verdadera decisión de inversión.