Desde hace diez años Victoria se convirtió en una ciudad turística. Los visitantes comenzaron a llegar seducidos por sus atractivos naturales, la historia, las islas y las propuestas de aventura.
Una de las alternativas recreativas son los safaris de aventura y supervivencia. Están pensados para toda la familia y combinan caminatas por el interior de las islas y recorridos en embarcaciones especiales que atraviesan pantanos cercanos.
También la pesca deportiva atrae a los amantes del deporte del silencio. Los pescadores obtienen desde la costa o embarcados, ejemplares de amarillo, boga, moncholo, patí, mandubí, dorado y tarucha.
Otra opción recomendable es la visita a estancias, que brindan un excelente servicio de gastronomía y hospedaje. Son las preferidas por los turistas internacionales que buscan el contacto directo con la naturaleza.
Las Siete Colinas
Por sus características topográficas, la ciudad presenta un paisaje ondulado por la presencia de importantes cuchillas. Esto motivó que el poeta mayor del pueblo, Gaspar L. Benavento, plasmara la denominación a través de su libro "La de las siete colinas", donde describe con singular agudeza las bellezas naturales del lugar.
La Villa de la Victoria fue elevada a la categoría de ciudad el 8 de noviembre de 1851, por decisión del general Urquiza. Su diseño respeta las Leyes de Indias, como toda ciudad colonial: cuatro calles anchas, hoy bulevares, encierran el ejido, y calles transversales que se cruzan en ángulo recto van formando las manzanas.