Carolina Tafoni / La Capital
"Salir de mi casa se me hace fatigoso. Me la paso firmando autógrafos y sacándome fotos", dijo Andrés Ciro Martínez, el líder de los Piojos, confirmando, a su pesar, que se convirtió en otra estrella de rock. Después de haber llenado cuatro veces el Luna Park en julio pasado, el grupo llega hoy a Rosario para presentarse, a las 21, en el estadio cubierto de Newell's Old Boys. En la entrada del show se recibirán alimentos no perecederos que se repartirán en los barrios carenciados. En charla con La Capital, Andrés Ciro Martínez afirmó que la banda es exitosa pero que no está mirando para otro lado, y afirmó que el grupo, más que famoso, es muy popular. -¿Qué se siente ser exitoso en una época en la cual la mayoría de los proyectos fracasan? -Se siente orgullo, más allá de cómo está todo. Nosotros trabajamos para que nos vaya bien y soñamos con eso. La situación en general tiene que ver con los desastrosos manejos desde la política y a veces con cierta apatía, desinterés o conformismo de parte de la gente también. -¿Y ustedes qué pueden hacer en ese contexto? -A la entrada de los recitales en el Luna repartimos unos volantes hablando un poco sobre la crisis del país, porque se está viviendo una situación muy especial, y queríamos decirle a la gente que no estamos mirando para otro lado. Yo compuse un tema que todavía no terminé, "Dientes de cordero", que me hubiera gustado que estuviese listo para el Luna. La canción es una visión de lo que se está viviendo en el país. -¿Qué opinás de los jóvenes que se están yendo del país? -Cada uno tiene su historia, y no me parece acertado juzgarlos. Cuando viajamos por afuera nos encontramos con muchos argentinos, y es una imagen bastante descorazonadora. Distinto es si uno es un profesional y tiene una propuesta concreta de trabajo en el extranjero, independientemente de la crisis que se vive acá. Pero el irse diciendo "acá no se puede hacer nada" es bastante pobre. Antes de la crisis ya había un grupo de pendejos dando vueltas por Miami y laburando de cualquier cosa. Esa es una imagen triste. -En los shows del Luna tocaron con Pappo, León Gieco y Ricardo Mollo, ¿eso significa entrar en la historia del rock argentino? -Creo que sí, siempre te hace feliz que te respeten. Pappo nos contaba en el camarín que había escuchado nuestros temas de difusión, como "Verano del 92" o "El farolito", y no le gustaban. Pero una vez se acercó a zapar a nuestra sala de ensayo y se fue contento. En el Luna ya nos dijo: "Ustedes son Megadeth". Estaba copado con cómo sonaba la banda. León Gieco se tomó el trabajo de sacar una melodía del violín con la armónica, y lo preparó en unos días. Eso habla de que es un gran tipo. Lo mismo pasa con Ricardo, que es un músico enorme. -Vienen de gira por varias ciudades del país, ¿qué impresión te dejó el interior? -La verdad es que no sé, porque yo no ando paseando. Llegamos a una ciudad, vamos a un hotel, y no puedo salir porque los pibes se me tiran encima. Igual, cuando viajé por mi cuenta me pareció que es muy dura la situación y que no tiene nada que ver con lo que dicen los mapas. En los mapas aparecen señaladas como ciudades lugares que después uno va y son ocho casas de chapa. -¿Se consideran estrellas de rock? -A mí ese término me suena extraño. Nosotros no somos famosos, yo diría que somos personas muy populares. No es que no pueda salir de mi casa, pero se me hace fatigoso. No puedo hacer nada, me la paso firmando autógrafos y sacándome fotos.
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