Año CXXXV
 Nº 49.576
Rosario,
martes  20 de
agosto de 2002
Min 3º
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Seis hombres libres sobre un escenario
Música/Crítica: "Homenaje a Piazzolla"

U. G. Mauro / La Capital

Intérpretes: Sexteto Mayor.
Canto: José Angel Trelles.
Músicos: José Libertella y Luis Stazo, Oscar Palermo; Mario Abramovich y Eduardo Walczak y Osvaldo Aulicino.
Músicos invitados: Aníbal Glusman y Jorge Orlando.
Sala: Auditorio Fundación Astengo.

Cuando ante estéticas tan disímiles como las de un viejo valsecito o un vanguardista tema de Piazzolla todo un teatro estalla en ovaciones y aplausos, es porque se está ante algo grande, que logra sintetizar opuestos, que ofrece pura calidad y creatividad y que borra fronteras.
Bastaría con describir el fervor del público que acudió el domingo pasado al Auditorio Fundación Astengo para evaluar la actuación del Sexteto Mayor en el recital "Homenaje a Astor Piazzolla".
La fusión del clásico de Gardel y Le Pera "Mi Buenos Aires querido" con "Onda 9", de Piazzolla, sintetizó en el comienzo del espectáculo una idea que se desarrolló con profundidad y belleza, y que prosiguió con un acercamiento a autores como Alfredo Gobbi y la dupla Cobián y Cadícamo en tangos como "A Orlando Goñi" y "Nostalgias". Ambos temas fueron anticipo del primer plato fuerte de la noche, "Lluvia de estrellas", un tango-fantasía de Osmar Maderna que marcó el lucimiento del pianista titular del Sexteto, Oscar Palermo, y que ofreció las primeras muestras del virtuosismo de un generoso José Libertella en bandoneón y de Mario Abramovich en violín.
Toda la primera parte del recital estuvo dedicada a señalar y mostrar a los autores que, simbólicamente o en forma concreta, marcaron la producción de Astor Piazzolla, por lo que así pasaron también el vals de Rosita Melo "Desde el alma" -donde el público más adulto no sólo festejó su propia nostalgia, sino que además ovacionó lo mucho y nuevo que los músicos hallaron en ese clásico- o "A fuego lento", de Horacio Salgán, junto con obras propias del Sexteto como "París otoñal", de Libertella o el bello "Preludio a Francini", de Stazo y Abramovich.
No es artista quien sólo reproduce sino quien aporta cosas nuevas, quien, como decía Litto Nebbia, "mueve un dedo en el aire y deja una marca". Por eso el público aprobó cada nota del Sexteto; porque Libertella, Stazo, Palermo, Abramovich, Walczak y Aulicino fueron hombres libres sobre un escenario, aportando academia y novedad en cada interpretación.
Aunque no tenía nada que ver con Piazzolla, el Sexteto también incluyó en el recital una versión en tiempo de milonga de "La peregrinación", creación de Ariel Ramírez y Félix Luna para la obra integral "Navidad nuestra" y cuando finalizaba la primera parte, ingresó al escenario José Angel Trelles.
Había llegado el momento del ¿"subhomenaje"? que el Sexteto tenía previsto para Aníbal "Pichuco" Troilo y Trelles interpretó entonces "El Gordo triste", y "Che bandoneón", ambas con la característica buena voz de este artista que fuera durante mucho tiempo cantante de Piazzolla.
Las encarnizadas discusiones sobre la "tanguedad" de Piazzolla son cosas del pasado. Nadie imagina una simple serie de imágenes del Buenos Aires de hoy sin un tema suyo como fondo musical. No hay una calle Corrientes de noche sin "Buenos Aires hora cero", pero también es cierto que la obra del bandoneonista no es ni será fácil de asimilar por los simples aficionados al tango. Tal vez por eso y porque el Sexteto Mayor actuó en este Rosario y no en una ciudad europea que conoce la producción del creador de "Balada para un loco" mejor que los argentinos, es que la segunda parte del recital pasó más rápidamente. Es por eso que José Angel Trelles salió a poner su garganta en la bella poesía de Mario Trejo "Los pájaros perdidos" y en "La bicicleta blanca", interpretadas mucho más que bien, pero aceleradamente.
El sexteto trajo a dos músicos más: el baterista Jorge Orlando, sutil o potente cuando correspondió, el pianista y tecladista Aníbal Glusman, una verdadera revelación que se apreció cuando relevó en algunos temas a Oscar Palermo y fundamentalmente cuando participó del cierre en la cadencia de "Adiós Nonino", un clásico que no necesitó nunca la letra que alguien le adosó y que sigue siendo conmovedor.



El Sexteto Mayor y José Angel Treyes deslumbraron.
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