Carolina Taffoni / La Capital
"La televisión argentina está pasando por un momento particularmente crítico, y no sólo por la crisis económica", asegura Carlos Polimeni. El periodista, que conduce "Las mejores salas", un programa sobre cine que se emite por Canal 7, pasó por Rosario para grabar la presentación de un ciclo de cine argentino de los años 80 que saldrá al aire por Canal 3 el mes que viene.
Carlos Polimeni trabaja en el periodismo de espectáculos desde hace 24 años y es el jefe de esa sección en el diario Página/12 desde hace una década. Es autor de varios libros (el último, "Bailando sobre los escombros", acerca de la historia del rock iberoamericano) y escribió el guión de "Luca vive", una película que se estrenará en octubre. En charla con La Capital, el periodista dijo que los viejos modelos de la televisión argentina están desapareciendo y que la gente, en medio de la crisis, tiene derecho al escape y al entretenimiento.
-¿Cómo ves el panorama actual del cine argentino?
-El cine argentino anda muchísimo mejor que el país. Si el mundo conociera el país a través de su cine tendría una imagen muy diferente de la Argentina. Me consta que en Francia, España, Italia, Estados Unidos y en buena parte de América latina se habla del nuevo cine argentino como una de las grandes renovaciones del cine mundial. Como en los últimos años el cine taiwanés, coreano e iraní ocuparon el lugar de lo nuevo, ha llegado el turno del cine argentino.
-El cine anda mejor que el país, ¿se podría decir todo lo contrario de la televisión?
-La televisión está pasando por un momento particularmente crítico, y no sólo por la crisis económica. La sociedad argentina ya no parece creer en los viejos modelos en general. No es casual que mientras el radicalismo está en el peor momento de su historia, el peronismo está disgregado y la gente está buscando nuevas formas de hacer política, en la televisión Mirtha Legrand no está, Susana Giménez tampoco, y los pesos pesados de la programación son personas de un perfil generacional muy diferente. Jorge Rial, el jefe de programación de América, por ejemplo, tiene 40 años y es el más viejo.
-¿Esto es positivo?
-Es un cambio importante, producto de una profunda crisis de saturación. La televisión de las grandes divas es un modelo en vías de extinción. Si pensamos en Mirtha Legrand o Susana Giménez, la televisión argentina plantea un modelo de gente muy rica, que mira al mundo desde arriba rodeada de flashes de fotografía y que premia con plata al público. Esa etapa está desapareciendo, lenta pero irremediablemente, y está siendo reemplazada por una televisión más humana, más barata y en algunos puntos muy berreta, pero que igualmente tiene el respaldo de la gente.
-¿Hay un regreso de la llamada "televisión basura"?
-En una gran y tonta generalización, la televisión es todo basura, es un consumo cultural que se define por la inmediatez. Se hace, se consume y se olvida rápido.
-¿Qué programas escapan a ese concepto?
-La televisión tiene otro aliento cuando se parece al cine en sus tiempos de producción y en el público al que enfoca. En ese sentido está la ficción, y no la de (Adrián) Suar, que me parece bastante barata, sino la de programas como "Tiempofinal" o "Los simuladores".
-¿Qué opinás de los personajes mediáticos?
-Existir en tanto salís en los medios es patético. La televisión es cada vez más autorreferente, es un circuito que se alimenta a sí mismo. Eso es barato, y también es un circuito enfermo. Pero en medio de una crisis tan profunda la gente tiene derecho al escape, a salir de la realidad y a entretenerse.
-Vos aparecés como invitado en distintos programas de televisión, ¿te considerás un periodista mediático?
-No. Yo nunca dejé de trabajar en medios gráficos, jamás se me pasó por la cabeza dejarlo. También hice radio, pero la gente sólo ve lo que sale en televisión. Voy a programas donde me dejen decir lo que pienso sin que me interrumpan demasiado o me censuren. (Mariano) Grondona me invitó muchas veces, pero a su programa no voy. A "Rumores" fui una vez y después no fui más.
-¿Cómo evaluás la escena actual del rock nacional?
-El rock empezó siendo una música contestataria y antisistémica, y ahora es una música con la que te venden alfajores, programas de radio, jeans y helados. Sin embargo, los grupos que más gente llevan, los Redondos, los Piojos o La Renga, son los que permanecen ajenos a la parafernalia del rock como objeto de consumo. Pero eso de que el rock no tiene que transar es un pensamiento fácil e inocente, porque no salir por televisión o no tener contrato con una multinacional no significa que los grupos sean pobres, ni que donen su dinero a los orfanatos, ni que no sean parte de un gigantesco negocio.
-¿Por qué defendiste a Fito Páez cuando todo el mundo lo criticaba?
-Nunca hago otra cosa que seguir lo que mi gusto indica. No tengo un pacto con nadie para defenderlo o atacarlo. A mí el disco "Abre" me gustó. "La casa desaparecida" me parece una de las grandes canciones que se escribieron sobre la Argentina. Cuando se habla de Fito se habla más de la guita que ganó, de los trajes que cambió o de su relación con Cecilia Roth que de las canciones.
-¿Vislumbrás algún cambio en el rock?
-La gran novedad que trajo el cambio de siglo es la incorporación a la cultura masiva de la música electrónica y la convivencia con el rock y con el pop. Hay un perfil que está cambiando. El papel subversivo que tuvo el rock creo que pasa ahora por la música electrónica, que es lo que hoy no entienden los padres. No puede ser rock algo que le guste a tu mamá.
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La Ciudad
