Mauricio Maronna / La Capital
En la Argentina de agosto del 2002 no se sabe si habrá elecciones internas abiertas y simultáneas. No se sabe si habrá ley de lemas. No se sabe si los comicios para que cada partido designe a sus candidatos se harán el 24 de noviembre. No se sabe si las generales serán el 30 de marzo. No se sabe si serán adelantadas. No se sabe si serán postergadas. * En la Argentina de agosto del 2002 otras cosas sí se saben. Una encuesta del consultor Carlos Fara & Asociados revela que si las elecciones fuesen hoy, Aldo Rico resultaría electo gobernador bonaerense con el 20 por ciento de los votos. Felipe Solá se alzaría con el 15 por ciento de los sufragios y Luis Abelardo Patti, con el 12%. La provincia de Buenos Aires, el territorio maldito de la política nacional, está indicando que algo muy grave está sucediendo. La Maldita Policía, el irresponsable discurso de "mano dura y balas" que le permitió a Carlos Ruckauf ser gobernador en el 99 está pariendo hijos pródigos. * En la Argentina de agosto de 2002, y si las elecciones fuesen hoy, el presidente de la Nación sería Adolfo Rodríguez Saá, el mismo que decretó el default con sonrisa gardeliana y que fue echado a puro cacerolazo en una tórrida noche de verano del 2001. El puntano triplicó en las últimas semanas su intención de voto, utilizando rasgos de campaña casi similares a los de Carlos Menem en 1988: "Viene del interior profundo, revolucionó su provincia, genera esperanza, se mete rápido en la clase baja, construye desde afuera de las estructuras y avanza a puro golpe de audacia", argumenta Fara en el sondeo que hoy también estará en los principales diarios nacionales. Pero, según la misma encuesta, el potencial presidente tiene más imagen negativa que positiva. Detrás del ex gobernador de San Luis se alinean Elisa Carrió y Menem ("los muertos que vos matáis, gozan de buena salud", recordó el riojano hace 48 horas). Curiosa realidad la del país del nunca jamás: cuando todos juegan a ser moderados, la intención de voto a nivel nacional y en el principal distrito nacional les está dejando el poder en bandeja a Rodríguez Saá y a Aldo Rico, respectivamente. * En la Argentina de agosto del 2002, sin embargo, nada es definitivo, ni lo será, hasta el momento de abrir las urnas. Sin reglas de juego electorales, con ausencia de polarización como eje central y con el pesimismo tan argentino (esta vez abonado con datos ciertos) de "que todo puede ser peor", el escenario final es una entelequia que solamente puede ser descripta por algún tarotista. * En la Argentina de agosto del 2002 el centenario partido radical se parece más a un fenómeno en extinción que a una agrupación con capacidades para pelear el poder. Hay radicales que quieren ir con Rodolfo Terragno, otros que apuestan por Elisa Carrió, otros que impulsan la candidatura presidencial (créase o no) de Leopoldo Moreau. Y están los que intentan subirse al "operativo clamor" para que Carlos Reutemann sea el postulante. ¿Un avión trajo a Enrique Nosiglia a Santa Fe para intentar convencerlo? Por lo pronto, el gobernador se dedicó a hablar de política durante casi una hora (aunque en estricto off) con Gerardo Sofovich (¿?). Lo único que le falta a esta Argentina contemporánea es que el Lole vaya a jugar al Ochola con el empresario recontraultramenemista. * En la Argentina de agosto de 2002 otras cosas sí se saben: pese al veranito superestructural de la economía, los pobres son más pobres y la clase media continúa con su abrupto descenso. En un barrio de emergencia de Rosario volvió a aparecer un cartel que reza: "Bienvenida clase media". El acuerdo con el FMI no sale a escena y el mundo sigue empeñado en hacer pagar muy caro el default irresponsablemente festejado por el Congreso. * En la Argentina de agosto del 2002 queda claro que lo único que hizo el gobierno nacional fue otorgar 150 Lecop a cada jefe o jefa de hogar desocupado. Una gota de agua en el desierto. Después, el Ejecutivo se muestra incapaz hasta de poder poner en escena un cronograma electoral serio. * En la Argentina de agosto de 2002 en la provincia de Buenos Aires se están "tirando con muertos" y hay una operación en marcha para sacar de escena al gobernador Solá, quien cometió dos pecados: abrir la campaña electoral con su anuncio de pelear por la reelección y designar al polifuncionario multiterreno Juan Pablo Cafiero en la crucial tarea de domar a la Maldita Policía. Esto último resulta tan difícil como ver helar en verano. * En la Argentina de agosto de 2002 todo es tan frágil, volátil y confuso que resulta imposible aspirar a tener alguna mínima certeza sobre el futuro. Cualquier candidato podría reponer aquel spot de campaña aliancista sin temor a equivocarse: "¿Alguien está pensando en la gente?".
| |