| | Editorial Reforzar la seguridad
| La decisión política que autorizó a que tanto la Gendarmería como la Prefectura salieran a patrullar las calles de Rosario para reforzar la seguridad dio una clara muestra de que la Argentina atraviesa tiempos excepcionales, que justifican medidas y procedimientos de tenor similar. Los recientes y dramáticos ejemplos de accionar delictivo que han sacudido al país entero -entre los cuales sobresale el brutal asesinato del joven Diego Peralta, en la provincia de Buenos Aires- proporcionaron sólidos argumentos a quienes sostienen que una de las claves para resolver el problema pasa por disminuir la edad de imputabilidad de los acusados e incrementar el rigor en los procedimientos de las fuerzas de seguridad. No caben dudas de que en ciertos lugares el estado de indefensión que padece la sociedad provoca el auge de lógicos temores y las consecuentes demandas de protección por parte de la gente. Pero simultáneamente debe recordarse que el origen de estos males podría rastrearse en aquellas épocas del país en las cuales la impunidad de que gozaba el indiscriminado accionar represivo creó las bases para el surgimiento del Estado terrorista. La llamada "maldita policía" -la Bonaerense- se erigió muchas veces en ejemplo de las nefastas consecuencias de tanto desequilibrio. Y hasta hoy da muestras de que está lejos de haberse depurado, paso previo a la recomposición de lazos de confianza con la comunidad. En Rosario los niveles de violencia no son por ahora tan elevados. Pero en ese "por ahora" radica la preocupación oficial, punto de partida de la decisión del Ejecutivo santafesino de enviar a las calles a Prefectura y Gendarmería. Es que el paisaje rosarino es testigo cotidiano de numerosos arrebatos, hurtos y robos a mano armada. Los secuestros exprés, flamante y temible modalidad, no se han instalado por fortuna entre las prácticas delictivas usuales en la ciudad. Pero prevenir, que suele ser mucho menos oneroso que curar, parece ser el camino elegido por el gobierno de la provincia. Un párrafo final para el verdadero fundamento del crecimiento del delito: difícilmente, mientras dure la crisis y sea tan alto el desempleo, se consiga detener la preocupante oleada. La profilaxis más eficaz, en este caso, sigue siendo mejorar las condiciones de vida de la población. Una tarea tan ardua como impostergable.
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