El escolta cordobés, Héctor Oscar Campana, goleador histórico y jugador emblemático de la Liga Nacional de Básquetbol anunció ayer que dejaba la práctica activa, tras más de 20 años de jugar en el máximo nivel. Por rara coincidencia, Pichi tomó la misma determinación de su compadre Marcelo Gustavo Milanesio, quien hace algo más de tres meses también decidió colgar las zapatillas y con el que compartió cinco títulos con Atenas de Córdoba. Dos símbolos de Atenas y del básquetbol argentino, que ya no pisarán más una cancha de básquetbol vestidos de corto para jugar un partido oficial. Para muchos la decisión sorprendió, aunque ya en los últimos días se venía madurando esa idea de dejar de jugar, al no tener una propuesta que no lo alejará de su esposa y dos hijas, ya su deseo era el de permanecer en Córdoba. Una vida plagada de éxitos, con seis títulos de Liga, los cinco conseguidos con Atenas y uno con Gimnasia y Esgrima Pedernera Unidos (Gepu), de San Luis. También alcanzó con los cordobeses dos Ligas sudamericanas y un Panamericano de Clubes, y también sumó una Copa Intercontinental R. William Jones, con Obras Sanitarias y tan solo con 18 años. Una carrera, donde vistió también las camisetas de River Plate, Sport Club Cañadense, Banco de Córdoba, Olimpia de Venado Tuerto, Peñarol de Mar del Plata y en las últimas dos temporadas las de Boca Juniors. Fueron 20 años, donde trituró redes: es el máximo goleador de la Liga Nacional y en el que sacó a relucir ese temple ganador, su fervor y su notable eficacia en el uno contra uno. Fue el protagonista de los triunfos memorables de los griegos, formando una media cancha inigualable con Marcelo Milanesio, el otro gran referente que tuvo la Liga Nacional. Quizás le faltó ser figura desequilibrante en el seleccionado argentino. Cuando lo pudo ser una lesión a sólo 48 horas del comienzo del Campeonato Mundial de 1990, jugado en Argentina hizo que no rindiera al cien por cien. Su nombre comenzó a conocerse en todo el mundo allá por 1983 en el Mundial Juvenil de Palma de Mallorca, donde Argentina fue séptima, pero en el que Pichi se llevó los mejores elogios. Después de la cita ecuménica del 90, jugó con el equipo nacional en Toronto 94 y tras tres años de ostracismo el técnico Julio Lamas lo llamó para integrar el equipo que en Montevideo en 1997, logró la clasificación para el Mundial de Grecia, en 1998. Sin embargo, no formó parte de los doce jugadores que estuvieron en Atenas 98. Fue otro de los jugadores argentinos que pudo haber ingresado en la NBA. En febrero de 1991 y ante una convocatoria del manager general de los New Jersey Nets, Willis Reed, estuvo entrenando en un Campamento de Novatos con esa franquicia, pero sólo realizó algunos entrenamientos. Se entrenó con intensidad durante un mes para llegar con la mejor puesta a punto a esa cita tan trascendental en su carrera deportiva. Viajó con todas las ilusiones, conformó en las prácticas, pero hasta allí llego, porque no fue llamado para el Campamento de Veteranos. Su gran personalidad y fuerte carácter muchas veces lo hicieron chocar con los dirigentes y también con algún entrenador. Siempre fue de frente y defendió a muerte sus convicciones. En los últimos tiempos, alguna lesiones y problemas con su hija mayor, lo preocuparon y hasta llegó a insinuar anticipadamente el retiro definitivo. La importante oferta de Estudiantes de Olavarría pareció que dilataba la determinación. No obstante, Campana maduró la respuesta y le dijo que no a los dirigentes del Bataraz. Hace una semana, en toda Cordoba era un hecho que Héctor Oscar Campana, el romperedes de la Liga Nacional, con 16.148 puntos, iba a anunciar que no jugaría más al básquetbol. El básquetbol argentino pierde con el a un jugador emblemático, que está entre los mejores de la historia no sólo de la Liga Nacional, que lo tuvo siempre como principal protagonista y que supo ganarse el respecto de rivales y entrenadores. Un 2002, donde el básquetbol argentino se ha quedado definitivamente, sin dos de sus figuras más representativas de las últimas dos décadas. (Telam)
| |