Año CXXXV
 Nº 49.574
Rosario,
domingo  18 de
agosto de 2002
Min 11º
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Música/Crítica
"Rigoletto": Una pasión artística que hizo camino


***
Intérpretes: Natasha Tupin, Carlos Bosch, otros solistas, el coro Pía Malagoli y la Orquesta de la Opera de Rosario.
Género: ópera.
Sala: El Círculo

La Opera de Rosario ofreció en El Círculo las tres funciones de "Rigoletto" programadas para la temporada 2002 con notable éxito de público. La obra fue interpretada por un elenco encabezado por Carlos Bosch, Natasha Tupin, Ariel Cazes, Adrián Castagnino y Graciela Mozzoni, en los roles principales, acompañados por el Coro Pía Malagoli que dirige Rubén Coria y la Orquesta de la Opera de Rosario, bajo la batuta de Marcelo Pozo. El público respondió con su masiva concurrencia en las tres presentaciones, indicio inequívoco del fervor que despierta la lírica en Rosario y del muy buen trabajo realizado por la agrupación operística desde su nacimiento hace menos de seis años.
En la versión que montó la Opera de Rosario sobresalieron las labores de la soprano Natasha Tupin (Gilda) y la del barítono Carlos Bosch (Rigoletto), quienes fueron eficazmente secundados por Adrián Castagnino (Duque de Mantua), Ariel Cazes (Sparafuccile) y Graciela Mozzoni (Maddalena).
La orquesta que comandó Marcelo Pozo mostró un desempeño desparejo. Tras un comienzo algo dubitativo, con una sección de vientos que se mostró mucho menos sólida que la de las cuerdas, con el correr de los minutos, el conjunto se fue afianzando para lograr una mejor performance. El Coro Pía Malagoli cumplió su labor con corrección, aunque en algunos pasajes -como en el comienzo del segundo acto- se evidenciaron algunas falencias al ocupar todos los cantantes una misma línea en la escena lo que produjo un desaprovechamiento del breve espacio escénico disponible.
La puesta contó con el imponente vestuario del Teatro Colón de Buenos Aires y una escenografía adaptada al escenario del teatro rosarino que, aunque no deslumbró, cumplió su finalidad en las ambientaciones de las diferentes escenas de la pieza cuya historia transcurre en Mantua, Italia, durante el siglo XVI.
El papel de Gilda fue formidablemente representado por Natasha Tupin, quien reemplazó a Laura Rizzo, ausente por enfermedad, y se destacó con nitidez por encima del resto del elenco. En la última función del ciclo, cuando estaba prevista la presentación de la Rizzo, quien aparentemente estaba recuperada de su afección, Tupin debió volver a Rosario desde Buenos Aires, para encarnar al personaje y actuó apenas unas horas después de viajar. La cantante ofreció uno de los momentos más emotivos de la representación cuando su personaje medita en soledad y evoca el nombre de su amado cantando el aria "El caro nome". La interpretación consiguió arrancar al público el primer aplauso pleno y fervoroso, y los "bravo" premiaron la excelente tarea de la cantante.
El segundo y muy emotivo momento de la representación se produjo en el último acto, cuando Rigletto llora la muerte de Gilda, quien es asesinada por el sicario que el bufón contrató para que matara al duque que deshonró a su hija. El dramatismo alcanzado en la escena por el barítono y la soprano desembocó en un final que se correspondió con el drama que vivían los personajes.
La implementación por primera vez en Rosario del sobretitulado electrónico, sistema similar al utilizado en el cine para traducir los parlamentos de los artistas, significó un hallazgo que permitió seguir el hilo de historia y revalorizar la labor de los cantantes. El hecho de comprender qué están diciendo los protagonistas de la pieza permite apreciar la calidad de los textos y también ofrece la posibilidad de valorar las condiciones interpretativas de los artistas.
La buena propuesta de la Opera de Rosario corrobora que es posible trabajar bien a pesar de la crisis que se cuela en todos los ámbitos y que la empresa muestra grandes progresos en la formación de un público para la ópera y en el surgimiento de nuevos artistas, dos de los objetivos que se propusieron los impulsores de la feliz idea de reverdecer en Rosario los laureles conquistados por la lírica.



El vestuario y los solistas fue lo mejor, la orquesta dudó. (Foto: Enrique Rodríguez)
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