Año CXXXV
 Nº 49.570
Rosario,
miércoles  14 de
agosto de 2002
Min 4º
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Reflexiones
El Monumento y su entorno

José E. Elmir (*)

El estado es la Nación jurídicamente organizada y representada a través de sus símbolos patrios, por lo que en última instancia es su bandera, su escarapela, su escudo lo que permiten identificarla en el concierto internacional.
Desde nuestra independencia, estos símbolos han sido los que permitieron que personas surgidas de los más diversos orígenes tuvieran una lucha en común, mas allá de sus divergencias, primero en las guerras patrias y luego en la organización nacional. Fueron los patriotas contra los españoles, luego unitarios o federales, y más tarde los responsables de la inserción de la Argentina en el mundo quienes vieron reflejados en nuestra bandera sus ambiciones de libertad, soberanía, independencia. Fue el punto de unión, el faro unificador, tanto el emblema de Santos Vega como el de Echeverría.
Toda nuestra historia está recorrida por esa dicotomía, repetimos: unitarios o federales, rosistas o antirrosistas, proteccionistas o librecambistas, con el régimen o con la causa, personalistas o antipersonalistas, peronistas o antiperonistas; pero siempre y más allá de la corriente dominante flameaba la enseña nacional como elemento indisoluble de una argentina que buscaba su destino. Cada facción la quiso en algún momento hegemonizar y hacerla suya, pero la bandera, en su sabio y callado silencio, los cubría a todos, tal cual una madre hace con sus hijos. No permitió que nadie la hiciera suya porque ella era de todos.
Y es de todos, pero los rosarinos, por los avatares de la historia, la sentimos más nuestra. Para glorificar la bandera como corresponde, el 8 de junio de 1938, el Congreso sancionó una ley que fija como Día de la Bandera y lo declara feriado el 20 de Junio, aniversario de la muerte de su creador, Manuel Belgrano. A partir de entonces nuestra ciudad fue conocida como "Rosario, cuna de la bandera". Desde fines del siglo XIX se comenzó a proyectar la construcción de un monumento que rindiera homenaje a Belgrano por darle a la naciente nación una bandera. El 10 de junio de 1957, por decreto 4901, se establece el 20 de Junio de 1957 como fecha oficial de la inauguración del Monumento a la Bandera Nacional, en Rosario. Fue inaugurado con un marco multitudinario. Obra del arquitecto e ingeniero Angel Guido, ocupa una superficie de 10.000 metros cuadrados y contiene tres partes principales: la Torre Central, el Propileo Triunfal de la Patria, la Galería de Honor de las Banderas de América y la Escalinata Cívica Monumental que une ambos cuerpos arquitectónicos.
Años más tarde y mediante la ley 24.075, sancionada el 20 de mayo de 1992, el Estado Nacional transfiere a título gratuito a la Municipalidad de Rosario el dominio, posesión y derecho de una zona delimitada con destino a la ampliación del Parque Nacional a la Bandera. Esto significa que Rosario se ha constituido, por derecho propio e imperio de las circunstancias, en depositario y custodio del mayor símbolo patrio nacional.
En las paredes del Monumento y en los pliegues de su bandera están presentes los espíritus de los padres de la patria y de los miles de héroes anónimos que dieron la vida por ella. Allí está la sangre de indios, mulatos, mestizos, negros, criollos, el dolor de las madres que entregaron a sus hijos para defender a la patria que era todo cuanto poseían, ahí están los sueños libertadores de San Martín, la fortaleza indómita de Belgrano, abogado devenido en general por necesidad, ahí están las lágrimas de distintas generaciones que desde nuestra independencia se amalgamaron para hacernos libres aun a costa de privaciones, sinsabores y muchas veces a costa de la propia vida.
Ahora bien, si Rosario como decíamos se ha convertido en custodio de la bandera y su monumento que sintetiza toda la historia a que nos referíamos anteriormente, es para honrar y glorificar ese pasado, mostrarlo a nuestros contemporáneos con auténtico orgullo y proyectarlo al futuro para entregarlo a las generaciones venideras.
En ese convencimiento es que nos oponemos a la ordenanza Nº 7367 que en su artículo 1º, en lo que hace al objeto de la norma, caracteriza y establece las condiciones morfológicas y funcionales para la configuración del Parque Nacional a la Bandera, ordenando para ello el sentido de las transformaciones urbanísticas de la costa central y la reconversión de los sectores portuarios que la integran. Pero el Monumento a la Bandera, si uno sólo considera la torre, las escalinatas y el propileo, no es arquitectura. Sería sólo una unión de piezas escultóricas con mínimos espacios habitables (oficinas, baños, locales de servicio, etc.). Sería un espacio tan escultórico como la Fontana di Trevi o el arbolito de Navidad de la rotonda de Oroño y Pellegrini.
Sí podemos considerar arquitectura o espacio urbano-arquitectónico, si el Monumento se inserta en el Parque Nacional con sus espacios verdes, forestación, terraza sobre el río y más recientemente, aun con los cuestionamientos que pueden hacerse a su diseño, el Paseo Juramento. Agredir con usos y construcciones difícilmente compatibles dicho entorno es desnaturalizar la concepción arquitectónica del conjunto. Algo así como sembrar truchas en la fuente de estatuas de Lola Mora y habilitar un espigón de pesca desde el puente que la atraviesa.

(*) Concejal Bloque Peronista


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