Luis Castro / La Capital
A la hora de trabajar, Newell's se propone hacerlo con seriedad. Por lo menos es lo que se viene evidenciando desde hace un tiempo y que ayer Julio Alberto Zamora lo volvió a reflejar cuando no dudó en reprender a algunos jugadores durante la práctica matutina realizada en Bella Vista. El técnico, desde que se hizo cargo del primer equipo, siempre priorizó la buena relación con los jugadores sabiendo que de esa manera es más llevadera la convivencia. Pero todo tiene su límite y cuando debe parar un entrenamiento para dar una reprimenda lo hace sin ningún tipo de tapujo. El ensayo futbolístico en espacios reducidos que se llevó a cabo en el predio de zona oeste fue detenido en un par de ocasiones por el Negro, que al igual que el resto del cuerpo técnico participaba del partido, para imponer su autoridad cuando algo no se hacía bien. El primero que debió sufrir el reto del Negro fue Alejandro Bravo, quien no se percató de la presencia de Sergio Almirón y no pudo evitar que el Negro anotara de cabeza. "¿Qué hacemos? Cómo puede ser que le permitas a Almirón que te gane de cabeza", dijo ofuscado el entrenador leproso ante un silencio sepulcral que se instaló en ese preciso momento. El entrenamiento continuó en forma normal, Damián Manso hacía de las suyas y sus rivales de turno no podían con él. La opinión de todos los presentes era la misma: "El Piojo está enchufadísimo", decían. Y realmente fue así, porque tuvo una muy buena práctica. Todo hacía presumir que a partir del primer llamado de atención todo iba a continuar de la mejor manera. Pero no. Javier López pisó el área y ante el achique de Pocrnjic tiró una rabona que controló el arquero. "¿Eso lo vas a hacer en el partido?", le preguntaba el Negro con las manos en jarra. Y no hizo falta nada más para que el delantero entendiera el mensaje. La sorpresa era generalizada. No sólo para los periodistas y unos pocos hinchas presentes en el lugar sino también para algunos futbolistas. Y el fútbol después siguió. Hasta que llegó el tercer reto de la soleada mañana cuando Domizi trató de hacer una maniobra personal y perdió la pelota. "Acá canchereamos, pero en el partido le pegamos de punta", fue la reflexión de un técnico que no permitió ningún tipo de lujos. "¿No es de la línea de Menotti?", se preguntó un hincha que pululaba por el lugar. Y estaba en lo cierto, pero "parece que también tiene algo de bilardista", retrucó otro como para rematar el tema.
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