Año CXXXV
 Nº 49.569
Rosario,
martes  13 de
agosto de 2002
Min 4º
Máx 12º
 
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cartas
Coca en su trabajo

En la habitación en la que está trabajando Coca hace mucho frío. El invierno es intenso en Rosario. Es más de medianoche, ella sigue pasando a máquina el muchísimo trabajo que le encargaron. Sus patrones no son una "joyita" y le han pedido más allá de lo normal; el sueldo no compensa el sacrificio que hace, pero lo necesita. Nunca los "tiempos" fueron buenos y entonces debe resignar estar con sus dos hijos por el trabajo. Su máquina de escribir funciona mal. Todavía no se utiliza la computadora para agilizar las tareas del oficinista: es julio de 1984. Coca desempeñaba ese año tareas en el Sanatorio Ramón Carrillo, en calle Ovidio Lagos al 800. Faltaba poco tiempo para que ese lugar se derrumbara. El vaciamiento fue sistemático y planificado; cruel y perverso con los empleados, y con sus clientes: los pacientes. La salud, el bien más preciado que tiene el hombre, fue vapuleada por los administradores de turno del sanatorio. La salud no debe ser una empresa, y si lo es debe manejarse con un criterio distinto a quienes fabrican camisas o peines. A Coca la fastidiaron mucho en ese sanatorio,o lo que es peor, quisieron "impostarle" otra moral y otra ética; pero no pudieron. Y muchas personas proceden de la misma forma que ella. La historieta de la clínica del doctor Cureta,que publicaba la revista Humor contaba, con ironía, el turbio manejo del dueño de un sanatorio. Eso existió, o tal vez existe, para desgracia de quienes habitan este "bendito" suelo argentino. ¿No te parece?
Daniel Marocco


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