Después de tantas idas y vueltas, justo hoy, un martes 13, Marcelo Bielsa se embarcará nuevamente en un proyecto futbolístico al frente del seleccionado argentino.
El comité ejecutivo de la AFA se reunirá desde las 19 y al finalizar el encuentro Grondona anunciará a Bielsa para iniciar otro largo y esta vez azaroso camino hacia un certamen ecuménico que aparece demasiado alejado en el calendario.
El acuerdo se produjo después de sendas reuniones que Bielsa mantuvo con Grondona, primero en el campo que el titular afista posee en Loma Verde, una localidad cercana a Coronel Brandsen, y después en Ezeiza, donde participaron del encuentro los integrantes de la comisión de selecciones, Héctor Domínguez (Gimnasia), Julio Alegre (Estudiantes) y José Luis Meiszner (Quilmes).
Al cabo de esas conversaciones se acordó que Bielsa percibirá 80.000 pesos de sueldo y sus colaboradores seguirán siendo el preparador físico Luis Bonini, los ayudantes de campo Claudio Vivas y Javier Torrente, el médico Donato Villani y el kinesiólogo Raúl Lamas.
También que el debut en este nuevo ciclo se producirá el 20 de noviembre, justamente en Japón, escenario de la última gran frustración argentina, frente al seleccionado local que presentará como entrenador al brasileño Arthur Antúnez Coimbra, Zico.
Siempre hay una primera vez
Como nunca en sus 24 años al frente de la AFA, Grondona se quedó sin ningún as en la manga y debió recurrir nuevamente a Bielsa, cuando en otras ocasiones tuvo a mano candidatos para relevar nada menos que a entrenadores campeones del mundo como César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo.
Los agoreros presumirán seguramente de respetar aquello de que "en martes 13, no te cases ni te embarques", y juzgarán como un mal signo que esta nueva etapa de Bielsa, cuyo contrato se prolongará hasta finalizar las eliminatorias que comenzarán el año próximo y tendrá prolongación automática en caso de clasificar al Mundial de Alemania, se inicie en un día así.
Pero pronósticos al margen, lo concreto es que no será sencillo lo que vendrá para el seleccionado argentino ni siquiera ganando, por ejemplo, la Copa América de Perú en 2004.
Una medalla dorada, y no de otro metal, en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 seguramente permitirá atemperar los ánimos contrarios que despertó el fracaso oriental, pero todo servirá de nada si en el Mundial que se jugará recién dentro de cuatro años Argentina no lava la imagen dejada hace dos meses en Japón. (Télam)