Año CXXXV
 Nº 49.567
Rosario,
domingo  11 de
agosto de 2002
Min 5º
Máx 14º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Análisis: Un mágico paseo por "Adolfolandia"

Mauricio Maronna / La Capital

Si hoy hubiese elecciones, el presidente electo sería Adolfo Rodríguez Saá. La afirmación, sustentada por las encuestas nacionales más serias, debería constituirse, a la vez, en un enorme signo de interrogación. ¿Cómo alguien que fue echado del poder a puro cacerolazo tras declarar el default es el que está en condiciones de regresar por la alfombra roja?
El apego de buena parte de los argentinos al realismo mágico es uno de los argumentos parciales que explican el fenómeno. El derrumbe de los partidos, el eterno divisionismo de las fuerzas progresistas y la escasa vocación de oficialistas y opositores para llevar adelante una reforma política seria, profunda y real terminan de reseñar la cuadratura del círculo.
"Estamos en un proceso de acumulación aluvional, es verdad. Nosotros ahora no le pedimos el DNI a nadie; no tenemos complejos de culpa en fichar a Aldo Rico, Melchor Posse, al cura (Luis) Farinello, Horacio Verbitsky, la pastora Irma o Felipe Solá. El pejotismo hoy no sirve para nada", admitió sin pudor el viernes a La Capital el principal operador de Rodríguez Saá.
El lanzamiento del Movimiento Nacional y Popular realizado en Rosario fue una magnífica oportunidad para desentrañar la estrategia del Adolfismo. Desde el presidente de la Asociación Empresaria, Elías Soso, pasando por militantes radicales caídos en desgracia en su partido, ex menemistas, seguidores de Aldo Rico, desarrollistas y jóvenes sin pertenencia política previa hicieron acto de presencia en el acto de inauguración del Instituto Federal para la Refundación de la Argentina, publicitado más desde el boca a boca que desde la prensa.
"Esto que ven hoy en Rosario es lo que pasa en cada ciudad a la que vamos", narró el presidente de la Cámara de Diputados de San Luis, Carlos Sergnese.
Una lectura minuciosa de la plataforma electoral de Rodríguez Saá (denominada "Bases para la refundación de la República Argentina") permite auscultar que, palabras más, palabras menos, se trata del discurso que el puntano leyó ante la Asamblea Legislativa el día de su asunción: aumento de salarios, moneda propia, fuerte y estable, superávit fiscal, eliminación de la corrupción, caducidad de la legislación vigente, evaluación y legitimidad de la deuda externa, son algunos de los ítems.
Esa es la carta de presentación para ingresar al fantástico mundo de Adolfolandia. Cualquier parecido con el rosario de promesas que hizo Carlos Menem en el 88 para llegar a la Presidencia no es mera coincidencia. Rodríguez Saá busca (aunque no encuentra todavía) a una mujer como compañera de fórmula y promete que su gabinete estará integrado por caras jóvenes y talentosas, pega a los que lo tratan de "vendedor de ilusiones" como "enviados del Grupo Clarín y del Pacto de Olivos" y afirma sin pudor que Duhalde está "acordando por abajo" con Elisa Carrió.
"Duhalde hará lo imposible por quedarse a vivir en la Casa Rosada, pero lo cierto es que no sabe ni cómo se debe convocar a una elección interna", atacan sin piedad los fieles del seguidor del Cristo de la Quebrada. Y hacen en la intimidad un pronóstico sin temerle al ridículo: "(José Manuel) De la Sota se baja en quince días, a Menem ya le pegaron por debajo de la línea de flotación, Romero va a buscar cualquier resquicio para firmar la rendición y Kirchner quiere acercarse a nosotros".
Unos inmensos carteles con la foto de Rodríguez Saá y un par de escarapelas reemplazando la letra "o" esperan en el local rosarino para ser pegoteados a puro engrudo en las calles de la ciudad. Allí la sonrisa del puntano se verá más ancha que la avenida 9 de Julio.
Alguien concluye su discurso comparando al Adolfo con "un águila que nació y vivió en un nido de pavos, hasta que se descubrió águila y se largó a volar". Todos aplauden. Nadie canta la Marcha Peronista.
Con bríos de militancia recuperada, no menos de diez mujeres se acercan hasta el cronista de La Capital pidiendo direcciones de correo electrónico para hacer llegar el cronograma de actos futuros. Casi todas admiten por lo bajo haber votado anteriormente a Menem y prometen que a mediados de septiembre llenarán un estadio con Rodríguez Saá como único orador. "Los periodistas van a estar fascinados, vamos a ser todas mujeres", sueltan, irremediablemente simpáticas como buenas peronistas.
La escena es tan curiosa como los datos que se desprenden de la lectura minuciosa de las encuestas. Datos en los que nadie parece reparar: el sanluiseño gana, pero superando a regañadientes el 15% de los votos. En 1995, Horacio Massaccesi hizo la peor elección del radicalismo (salió tercero) con el 16,6%. Cualquier pensamiento lógico llevaría a pensar que a esta carrera le faltan varias vueltas.
Cuando, sin estridencias, los concurrentes emprenden la retirada por calle santa Fe, los operadores llegados desde Cuyo se sinceran. Creen que Carlos Reutemann es el único que podría hacerles morder el polvo de la derrota, pero están convencidos de que el Lole seguirá diciendo que "no" para evitar quedar pegado al "Pacto de Olivos", ese latiguillo que les es tan funcional.
El historiador Edmund S. Morgan escribió en su libro "Inventing the people" que para gobernar o llegar al gobierno "hay que hacer creer que el emperador está vestido aun cuando veamos que no lo está. Para gobernar hay que hacer creer: hacer creer que no puede equivocarse, o que la voz del pueblo es la voz de Dios. Hacer creer que el pueblo tiene una voz o hacer creer que los representantes del pueblo son el pueblo".
Rodríguez Saá aprendió al dedillo la cita de Morgan. "No se confundan conmigo, yo sé jugar al truco sin cartas", le dijo hace poco a La Capital. Todo un estilo para quien sueña con llegar a la Rosada con una ambulancia que transporte a los heridos de los partidos que amagan con convertirse, apenas, en un sello de goma.
Parecería de cumplimiento imposible en un país normal. Parece posible en un país cuyos dirigentes se debaten entre el realismo mágico y la tentación nacional de salirse de los manuales, opciones que terminaron por excluir a la Argentina del mundo. ¿Hay margen para emperadores desnudos?



Rodríguez Saá desea que la militancia se reagrupe.
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados