Carlos Angel Gauna, el chico de 20 años abatido por un policía la tarde del jueves, no estaba solo cuando lo cegó un disparo en la nuca en un baldío de barrio Ludueña. Lo acompañaba su mejor amigo, un pibe de 17 años que no puede olvidar el zumbido de los tiros y la imagen de su compañero desvaneciéndose a su lado en el centro del terreno, adonde habían entrado a buscar una pelota con la que jugaban en la esquina. La policía dijo que Carlos tenía un revólver que gatilló tres veces antes de recibir la respuesta policial, pero su amigo asegura que no existió ningún arma y que el agente fue el único en disparar. Corroboró así la presunción de familiares y vecinos, quienes aseguran que la hipótesis del enfrentamiento fue inventada para encubrir un caso de gatillo fácil.
Tras el sepelio del muchacho, que se produjo ayer al mediodía en el cementerio La Piedad, familiares y vecinos convocaron a una marcha por las calles del barrio para el jueves próximo, con la intención de exigir el esclarecimiento del caso.
Un hecho, dos versiones
El confuso episodio en el que falleció Carlos ocurrió la tarde del jueves en un terreno de Larrea y Urquiza donde hay una fábrica desmantelada de implementos agrícolas. Todo comenzó cuando el dueño de una casa vecina a ese predio, de Larrea al 500, llamó a la policía a través de un sistema de alarmas tras sorprender a dos hombres asomándose a su casa a través del alto tapial que la separa del baldío.
Al saberse descubiertos, los intrusos saltaron nuevamente hacia el descampado. En pocos minutos llegó un móvil del Comando Radioeléctrico y uno de sus agentes -según la versión oficial- trepó al muro, se tiroteó con los fugitivos e hirió a uno de ellos. "Yo tengo uno. Vamos que dos se escapan", le gritó a su colega que aguardaba en la vereda; según el relato del propietario de la vivienda.
El amigo de Carlos cuenta otra historia. Tiene 17 años y le dicen Gallito. Pide que no se publique su nombre y asegura que a su amigo lo confundieron con un ladrón cuando ingresaron al lugar a buscar una pelota. La misma con la que habían estado jugando en la esquina de Urquiza y Larrea junto a otro chico al que le dicen Fabo. En un tiro demasiado largo de Fabo la pelota se perdió entre los yuyales y los dos muchachos decidieron ir a buscarlo.
Cuando saltaron el tapial se encontraron con cuatro personas: tres jovencitos y un hombre algo mayor que "estaban apilando unas chapas" junto a uno de los boquetes que tiene el muro hacia calle Larrea. Sin intercambiar palabra con los desconocidos, se lanzaron hacia el centro del terreno y en ese momento comenzaron los disparos.
"Con Carlos nos tiramos al piso", contó. A unos 32 metros de allí, sobre el tapial de la casa vecina, el chico vio "a un policía sentado que disparó tres o cuatro veces. No dio la voz de alto ni dijo «quietos que están detenidos». Carlos levantó la cabeza para mirar y ahí le pegan un tiro. Yo le hablaba y no me respondía. Le vi la cara llena de sangre y me desesperé", contó Gallito. En ese punto su versión contrasta con la del dueño de la casa, que habla de un enfrentamiento (ver aparte).
Asustado, el chico corrió un par de cuadras hasta la casa de su abuela y discó el 107 para pedir una ambulancia. Remarcó que era urgente y se fue a la casa de Carlos. Allí le avisó a Omar, el padre del chico, lo que había pasado. Los dos fueron al baldío junto con la abuela del chico herido, Antonia Novatti.
Al lugar habían llegado unos cinco móviles del Comando que restringían el acceso de los vecinos. "Por favor, adentro quedó mi pibe", le dijo Omar a uno de los agentes, que finalmente les permitió entrar al baldío. Encontró a su hijo ensangrentado e inconsciente entre los pastizales. "Dicen que tenía un revólver y una soga atada en la cintura. Eso es todo mentira. No tenía nada", aseguró el amigo del joven.
"Como a un animal"
Cuando llegó la ambulancia los policías "sacaron a Omar y a la abuela y no se pudo ver más nada", contó Gallito. El chico subió a la ambulancia y notó que el vehículo era seguido de cerca por uno de los móviles del Comando. Ya en el Hospital de Emergencias, adonde Carlos falleció poco después, esos agentes someterían al chico a un interrogatorio y lo llevarían detenido a Jefatura "por ser único testigo", contó. Tras prestar declaración en la División Judiciales, lo liberaron.
La tragedia en la que falleció Carlos tiene otras víctimas. Fernando, el hombre que llamó a la policía, no quiere salir a la calle porque teme la reacción de sus vecinos. Fabo, el otro amigo de Carlos, fue afectado por una parálisis en la mitad de su cuerpo como consecuencia del shock que le produjo el hecho. Todavía no le contaron que su amigo está muerto.
Omar está dolido y no puede contener la bronca. "Queremos que limpien el nombre de Carlos. El no usaba armas, era un chico trabajador que el año pasado terminó la secundaria (en el colegio Urquiza) y practicaba karate en el club Echesortu. No tienen derecho a matarlo como un animal porque fue a buscar una pelota. ¿Por qué no hicieron un rastrillaje antes de tirar?".