Año CXXXV
 Nº 49.567
Rosario,
domingo  11 de
agosto de 2002
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Eduardo Javkin: "El sistema de salud que conocimos se ha esfumado"
Desde la Asociación de Clínicas, Eduardo Javkin reclama "grandes decisiones" para salvar a los sanatorios

Daniel Leñini / La Capital

Eduardo Javkin, titular de la Asociación de Clínicas y Sanatorios, asegura que tanto el sistema de salud privado como público están "en colapso", del que no saldrán si no se cambian integralmente las reglas. Esa tarea "ineludiblemente" deberá completarla el próximo gobierno, entiende Javkin, al frente de una entidad.
-En la misma semana que la salud pública desnudó falta de presupuesto para arreglar una caldera, en los sanatorios aparecieron afiches titulados "Al borde del colapso". ¿Qué razones explican todo esto?
-Acá hubo un terremoto y el esqueleto del edificio quedó dañado y no sirve para volver a colocar ladrillos. En todo el mundo el gasto en salud crece exponencialmente y se solventa o con recursos del Estado o con los seguros privados cada vez más altos. Crecen los costos y crece la demanda por el avance del conocimiento y la tecnología. Treinta años atrás existía la radiología pero no la ecografía ni la tomografía, y menos la resonancia magnética. Sin embargo en Argentina, desde la creación de las obras sociales, el porcentaje de financiamiento es siempre el mismo: el ocho por ciento de un salario que además ha caído el 30, 40 ó 50 por ciento.
-Con otro agravante: en la década del 70 había pleno empleo. Hoy la desocupación raya el 30 por ciento y se suman los trabajadores en negro.
-Por supuesto, y el sistema se sostiene con el 30 por ciento de los activos. Imposible; estalló. Esto en el sector privado. En el público, lo ha dicho el ministro Carlos Parola: Tenía un presupuesto de 210 millones de dólares y ahora de 210 millones de pesos, con una inflación en medicamentos e insumos del 70 por ciento. Estamos atrapados y nos mordemos la cola.
-¿Y cómo termina esto?
-Como está terminando: un colapso que dará a luz otro escenario. El hospital público tendrá que buscar un nuevo financiamiento y tendrán que cambiar los hábitos de consumo de salud de la población. Todo este problema de los genéricos es sólo un principio. Y está tocando el nervio. Porque hay que reconocer que los únicos que no resignaron nada en estos años han fueron los productores de medicamentos y de insumos. Al resto nos han ido acorralando: cayeron los honorarios médicos, los salarios, y las instituciones quedaron al borde del cierre. Si no hay grandes decisiones quedarán menos instituciones, tanto públicas como privadas.
-Nadie se animará fácilmente a tomarlas con tantos lobbies. El sindicalismo está dominado más que por gremialistas por cuasiempresarios de la salud...
-Las obras sociales siempre fueron un factor de disputa política y de poder, pero ahora están todas quebradas.
-Pero ninguna baja las persianas o se deja absorber. Siguen siendo más de 200 en un escenario que no da para más de 10.
-Pero ahora sí que no van más. No pueden seguir arrastrando seis meses de deuda, concursándose. Todas estas trampas a las que hemos sido sometidos los prestadores privados ya no se sostienen. La Bancaria hoy prácticamente no tiene obra social después de dejarle a los privados de la ciudad una deuda de tres millones de dólares. El hospital de la UOM está concesionado; el Julio Corso, cerrado; el Ferroviario, privatizado, y casi todas las pequeñas clínicas y consultorios de la seguridad social, propios, fulminadas.
-¿Esta tarea será ineludible para el próximo gobierno?
-Sin duda. Tendrá que aparecer un nuevo sistema que financie adecuadamente. La cápita que después de la devaluación es de entre 9 y 16 pesos, es decir, entre tres y seis dólares. Para brindar toda la atención médica, desde la neurocirugía de altísima complejidad hasta la cirugía cardiovascular. No se puede. Por eso la gente protesta contra la seguridad social. Es que, sencillamente, no se puede. El sistema que conocimos, dar todo a todos, se ha esfumado. No existe más.


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