Año CXXXV
 Nº 49.566
Rosario,
sábado  10 de
agosto de 2002
Min 5º
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Nuestro "Día del Niño"

El Día del Niño nos mueve a reflexionar no sólo sobre lo que ellos significan en nuestras vidas sino sobre si nosotros, los adultos, estamos a la altura de las exigencias que su atención nos demanda. Y, elijamos el camino que elijamos para mejorar nuestra dedicación a ellos, siempre desembocaremos en la vía por excelencia: la educación. Pero tengamos en claro esto: no educan las leyes. Somos las personas las que educamos a las personas. Y mientras esto no se comprenda desde la cúpula constructora de las estrategias educativas será en vano intentar perfeccionarnos con cursos de posgrado que es poco probable que nos capaciten mejor para ser más compasivos, más humanos, más respetuosos de la dignidad de las personas. El día que se entienda que una panza satisfactoriamente alimentada puede hacer de caldo de cultivo propicio para otros alimentos intelectuales, afectivos y psíquicos; el día que no sólo se entienda sino que, sin dudas y desde los organismos pertinentes, se comience a trabajar en esa dirección, no serán necesarios tantos cursos de capacitación. También es necesario que se entiendan la voluntad, el esfuerzo, la abnegación, la perseverancia y la ilusión por una siembra sostenida por quienes, con auténtica vocación, ofrendan sus cotidianos ardores en aras de una utopía realizable.
Juan D'Andreta


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