Año CXXXV
 Nº 49.566
Rosario,
sábado  10 de
agosto de 2002
Min 5º
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La rebelión de los inquilinos

Cansados de un manoseo inescrupuloso por parte de la clase dirigente, los argentinos económicamente activos, por no llamarnos contribuyentes, estamos por fin reaccionando contra quienes durante años nos han tratado más como inquilinos del país que como connacionales. Tal vez a los manotazos y sin organización, pero con una decisión y una idea fijada a sangre por tantos atropellos y menosprecio, los argentinos estamos transformándonos en ciudadanos. Despertamos ante una realidad que nos lastima, ya no más indirectamente sino en forma directa; las últimas decisiones y actuaciones de la clase dirigente, ya sea política o empresarial, han puesto en peligro el derecho al fruto de nuestro esfuerzo: la propiedad privada. Impuestos, retenciones, desfalcos bancarios o empresariales, vaciamientos morales a través de ejemplos dados desde la dirigencia, nos han llevado a una situación en la que algunos prefirieron emigrar. Pero otros hemos decidido dar batalla. A estos últimos va dirigido este mensaje. Nuestro camino está marcado con la sangre de los muertos de todos los días y por el hambre de nuestros compatriotas. La clase dirigente no despertó todavía a la realidad y trata de colocar paños fríos sobre una sociedad que sufre de gangrena. Esta decisión política, de criminalmente permanecer distraídos ante una crisis de representatividad que obliga a un cambio fundamentalmente político, está colocando a la sociedad argentina en el umbral de la defensa obligada de sus derechos. Los tiempos se acortan y la última salida no traumática que tenemos son las próximas elecciones. Debemos organizarnos en partidos nuevos, no debemos aceptar el engaño de las internas abiertas; a través de ellas los partidos que nos llevaron a esta situación seguirán dominando el sistema. La única solución pacífica es organizarse en partidos políticos nuevos y ganar las elecciones apoyados en el sistema uninominal, trasformando el Estado desde adentro.
Julio Ricardo Sánchez


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