| | Punto de vista: A un paso de la TV perversa
| Marcelo Menichetti / La Capital
La televisión no puede soslayar la crisis que afecta a la Argentina. Pocas novedades, cachets adelgazados y actores sin trabajo lo confirman. Sin embargo las carencias producen una degradación aún mayor. Los signos de la decadencia se revelan en los contenidos del grueso de la programación. Nadie en su sano juicio hubiera supuesto que, después de "Compromiso", Tato Bores o "Vulnerables" -por citar ejemplos al azar-, veríamos por TV la discusión entre una madre que se puso de novia con el marido de su hija, quien está embarazada de aquel que podría ser su futuro padrastro y abuelo de su propio hijo ("Entre Moria y vos"). O que un personaje como Guido Süller atraviese la triste programación vespertina como la figura central de combates cuerpo a cuerpo con Jacobo Winograd y con Marcelo Polino como árbitro. O que Mauro Viale aún disponga de un espacio desde donde arrojar basura a la cara del telespectador. O que Jorge Rial use la televisión para dirimir sus rencillas personales con las figuras de la "farándula". O que Fernando Peña, quien no reconoce límites a la hora de "transgredir", aparezca en cuanto envío se le cruce hablando de sus preferencias sexuales y las de los demás haciendo de ello su profesión habitual. O que Chiche Gelbung..., etcétera, etcétera. Si bien es verdad que la sangre y lo promiscuo siempre venden, la televisión como medio es mucho más que un escaparate. Su peso en la historia de la cultura es innegable. A este paso ¿quién se atreve a predecir lo que veremos en el futuro? Como adelanto tenemos perlas como ésta: Diego Maradona conducirá un programa de entrevistas junto a Guillermo Cóppola aprovechando la llegada que el Diez tiene a las grandes figuras universales del mundo del espectáculo, la política y el deporte. El patetismo invadió a la alguna vez tildada caja boba para convertirla en la caja perversa. Por suerte la historia discurre también por ámbitos donde se fraguan otras expresiones de la cultura para demostrar que es falso el axioma que dice que, lo que no está en la TV, no existe.
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