Año CXXXV
 Nº 49.563
Rosario,
miércoles  07 de
agosto de 2002
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Carlos Monzón hoy cantaría los 60
En el día de su cumpleaños, el pugilismo argentino recuerda al más grande

Abel Gamarra

Carlos Monzón, Escopeta, el Macho, como lo llamaba el jet set europeo, o simplemente el boxeador argentino más grande de todos los tiempos, cumpliría hoy 60 años.
Aquella derecha larga, letal, en el duodécimo round sobre el mentón de Nino Benvenutti, aquel 7 de noviembre del 70 en el Palazzo dello Sport de Roma, no sólo marcaría uno de los nocauts más espectaculares del siglo XX, sino también el nacimiento del mediano más grande del planeta, según la óptica del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
Prácticamente nadie o muy pocos creían en las posibilidades de ese flacucho que desde su niñez, allá en el barrio La Flecha de San Javier, arrastraba problemas de alimentación y que había tenido la irreverencia de arrebatarle los cinturones argentino y sudamericano (66 y 67, respectivamente) al crédito capitalino, el Torito de Pompeya Jorge Fernández.
Para Benvenutti caducaban los tiempos y tenía que refrendar su reinado en los 72,500 kilos. Para esa época el italiano se encontraba más abocado a su papel de galán cinematográfico que al de gladiador de los cuadriláteros. Sus representantes tenían que ubicar un rival que no representara peligro alguno para Nino. Tito Lectoure se enteró de esta posibilidad y les propuso a los tanos a su -aparente- endeble pupilo.
Después de varios contactos entre Europa y Argentina, los itálicos firmaron el contrato y Monzón voló hacia el Viejo Continente.
Los promotores de Benvenutti no se imaginaron nunca que habían firmado algo así como la pena de muerte para el ídolo peninsular. A Escopeta sólo sus familiares y algunos de sus más allegados lo fueron a despedir a Ezeiza.
Nadie entendía nada en el ring del Dello Sport de Roma cuando aquel desconocido representante del pugilismo sudamericano comenzó, con pistoneo de izquierda y mazazos de derecha, a deteriorar la imagen del carilindo anfitrión, uno de los más importantes campeones que habían dado los italianos en su historia.
Colgado entre las cuerdas de un rincón neutral, Benvenutti comenzaba a ser pasado para dar paso a quien con el tiempo sería su gran amigo y dueño de un récord colosal, recientemente superado por el estadounidense Bernard Hopkins.
En mayo del año siguiente, Nino trató de reconquistar en Montecarlo la corona, pero no contó con la más mínima chance. Para Monzón resultó un simple trámite, que terminó por nocaut técnico en la tercera vuelta. Después vendrían Emile Griffith (en dos oportunidades), Denny Moyer, Jean Claude Bouttier (dos veces), Tom Boggs, Bennie Briscoe (el que lo hizo mirar el reloj), José Mantequilla Nápoles, Tony Mundine, Tony Licata, Gratien Tonna y Rodrigo Valdez (dos veces).
Justamente el pasado 30 de julio se cumplieron 25 años de aquella épica y monumental victoria en Montecarlo (30/7/77), en la cual, tras experimentar el trago amargo de visitar fugazmente la lona en el segundo round, superó por demolición al colombiano. Monzón retuvo la corona mundial unificada de los medianos (AMB y CMB) y se retiró por la puerta grande para no volver.
Se puede decir que su vida tuvo perfiles novelescos. Conoció la miseria y la gloria, del barro de su humilde barrio La Flecha hasta los hoteles más sofisticados de Europa. Sus ex rivales continúan reverenciándolo. Vivió resonantes romances con hermosas mujeres, locales e internacionales.
Había nacido en Santa Fe el 7 de agosto del 42. Como amateur obtuvo 73 victorias, ocho derrotas y seis empates. En su debut profesional (6/2/63) le ganó por nocaut técnico en dos asaltos a Ramón Montenegro. Se retiró como campeón invicto con 14 defensas realizadas. Su campaña profesional marca 88 peleas ganadas (61 antes del límite), tres perdidas (ante Antonio Aguilar, Alberto Massi y el brasileño Felipe Cambeiro) y nueve empatadas.
El 3 de julio del 89 fue condenado a 11 años de prisión por ser considerado el autor penalmente responsable del homicidio, durante el verano del 88, de Alicia Muñiz, con quien tuvo un hijo, Maximiliano. Su conducta en la cárcel fue ejemplar y consiguió un estado de semilibertad en Santa Fe. Le faltaba menos de un año para recuperar definitivamente la libertad y poder cumplir con su viejo anhelo: buscar a Maximiliano.
Esto no pudo ser, ya que durante la tarde del domingo 8 de enero del 95, a los 52 años, aproximadamente a las 17.30, encontró la muerte en un trágico accidente automovilístico sobre la ruta provincial Nº1, a la altura del paraje Los Cerrillos, en la localidad de Santa Rosa de Calchines, a 35 kilómetros de la capital santafesina.
Dos monumentos, uno en el lugar del accidente y otro sobre la costanera de la ciudad de Santa Fe, hablan de la idolatría de un pueblo y del reconocimiento de los organismos internacionales a quien en la actualidad continúa siendo el boxeador argentino más reconocido y respetado en cualquier parte del mundo.



Monzón como deportista dejó una imagen intachable.
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